Por: Lenin Contreras
Primero: la izquierda
En la última Feria Internacional del Libro del Zócalo de la CDMX, se presentó una mesa de análisis titulada: La nueva y la Feria Internacional del Libro del Zócalo de la CDMX, se presentó una mesa de análisis titulada: La nueva y la vieja izquierda, en y el gobierno, que no es lo mismo, como se lo advirtió Frei Beto a Luis Ignacio Lula da Silva o la bárbara afirmación de que puede haber revoluciones pacíficas, para nuestro tema de interés, lo relevante y polémico es la conceptualización de los ideólogos de la 4T sobre la izquierda: como una nueva y otra vieja.
Primero, no se puede asumir, como lo sugiere la metáfora, que lo viejo y lo nuevo hace referencia mecánicamente a una izquierda anacrónica y una izquierda vigente, esto es una falsedad. Como es sabido hay cosas “viejas”, como el libro del Imperialismo fase superior del capitalismo de V.I. Lenin escrito en 1916, cuyas tesis son más vigentes por su capacidad explicativa, que algunas tesis nuevas, como el libro de Imperio de Tony Negri y Michael Hardt publicado en el año 2000.
Segundo. Esta suposición evolucionista de la izquierda es evidentemente falsa. No es que exista una vieja izquierda que en su mayoría se desarrolló y desembocó en la nueva izquierda, es más correcto decir que en la historia existen tradiciones de izquierda y por tanto diversas tradiciones de pensamiento que coexistieron y se relacionaron asimétricamente.
Es verdad, que la izquierda como concepto, desde que aparece como posición política, ideas, concepciones, programa, etc., en la Revolución Francesa de 1789, se ha identificado como una fuerza, fracción o grupo, que siempre se encuentra asociada a la defensa de los intereses de los oprimidos, de los subalternos, de los explotados, a favor de los derechos de las minorías, etc., y, por tanto, cuyos principios están estrechamente vinculados a la justicia social, igualdad, democracia y libertades, rechazando las distintas expresiones de autoritarismo y despotismo.
Sin embargo, con el devenir de la historia y de la lucha de clases, el espectro político de la izquierda, se ha ensanchado, volviéndose abigarrado. Así, pareciera que la izquierda aparece contenida en las posiciones de la socialdemocracia, la izquierda democrática, el reformismo, el progresismo nacionalista o lo nacional popular, la izquierda socialista y comunista, anarquistas, anarco-comunitaristas, autonomistas, etc. Cabe señalar que un momento clave de esta diversificación fue en 1914, cuando una fracción de la socialdemocracia apoyó a sus distintas burguesías nacionales en la Primera Guerra Mundial, la otra fracción, posteriormente autonombradas comunistas, se opuso.
El concepto así, se torna ambiguo y de muy amplio espectro ¿Qué es ser de izquierda hoy? ¿Podría un liberal juarista ser de izquierda en el siglo XXI, justo en el periodo neoliberal? Difícilmente. Pero, seguro estamos de acuerdo que José Martí, autor intelectual de la Revolución Cubana, como lo afirmó Fidel Castro en su celebre alegato de defensa en1953, La Historia Me Absorberá; era todo lo revolucionario que podría ser, aunque no era marxista. Lo mismo podríamos decir de la obra de Zapata y Magón.
El punto de partida entonces es considerar a la izquierda como una histórica. No se pueden juzgar los idearios de las fuerzas, grupos o intelectuales de izquierda en el vacío. Es por ello que la simple geometría del poder, como la bautizaría el Sub Comandante Marcos, no basta. Es necesaria ubicarla entorno a la sociedad capitalista. El análisis sobre la izquierda siempre debe estar sustentado en el análisis del contexto histórico concreto. Y para ello, me parece, no hay mejor opción que usar la lucha de clases como brújula.
De esta forma, la primera hipótesis, es que las posiciones que las fuerzas políticas asumen ante los intereses de cada clase y de las fracciones de clase, y de las alianzas de clases y fracciones de clase, es lo que ubicaría a cada fuerza en su lugar preciso. En otras palabras, es el programa político, y no las formas de lucha o las tácticas concretas, lo que define y caracteriza a las fuerzas políticas. Por lo que, en términos históricos, la izquierda más consecuente hoy sería la izquierda anticapitalista, y la más realista y eficaz, la izquierda socialista.
Segundo: lo contemporáneo
Cuando hablamos de la Historia Contemporánea de la Izquierda Política, ¿a qué periodo nos referimos? Me parece que el momento de lo contemporáneo, está marcado por los siguientes acontecimientos históricos: a) La caída de la URSS y con ello el inicio de una nueva crisis del pensamiento marxista y leninista; b) La derrota de las fuerzas revolucionarias y populares en la Revolución Continental, periodo abierto por el Triunfo de la Revolución Cubana en 1959 y cerrado con la firma de los acuerdos de Paz en Centro América en 1987; c) La consolidación del Neoliberalismo o el Capitalismo Monopolista Transnacional, que reconfiguró las estructuras de clase en los países latinoamericanos, y con ello, modificó los sectores de la clase burguesa que juegan el rol de hegemónicos, pero también porque la violencia que suponía la embestida transnacional generó una respuesta de los sectores populares contra el neoliberalismo en sustitución del cuestionamiento del capitalismo; c) En el caso particular de Mexico se suma la derrota de las fuerzas revolucionarias, ya sea por el exterminio político mediante la Guerra Sucia; o por la claudicación, domesticación y cooptación de gran parte de la izquierda socialista que terminaría diluyéndose al subordinarse al nacionalismo revolucionario de la Corriente Democrática y la posterior fundación del PRD, generando una aberrante tradición oportunista de colaboracionismo con los gobiernos burgueses, y; e) Se suma otro elemento, el levantamiento armado del EZLN en 1994 y su fuerte influencia en los programas y concepciones del movimiento popular.
En este sentido, una segunda hipótesis es que la época contemporánea de la izquierda en México, abarcaría desde finales de la década de los 80 hasta nuestros días, periodo que intentaremos observar.
Tercero: Las formas de la izquierda política contemporánea
¿Cuáles son las principales tendencias que aparecen hoy en el escenario político? Si partimos de las dos hipótesis anteriores, parece que existen por lo menos tres grandes tendencias de la izquierda, la segunda y tercera de menor presencia.
La primera de ella es la izquierda socialdemócrata de centro o derecha. Décimos que de centro o derecha porque a diferencia de la socialdemocracia histórica, la de Eduard Bernstein o la Eurocomunista, la actual socialdemocracia, como tendencia general, no tiene como horizonte la superación del capitalismo. En Mexico, esta tradición socialdemócrata surgida en el periodo señalado, es una síntesis entre el nacionalismo revolucionario o popular y las fuerzas democráticas provenientes o influenciadas por fracciones del movimiento socialista que plantearon la lucha por la democracia como la tarea urgente del movimiento revolucionario. Estas fracciones son la izquierda fundadora del PRD, del Frente Democrático Nacional, de Corriente Democrática. Son la izquierda que apoyaron la candidatura del NO marxista Heberto Castillo en 1988. Las mismas que en 1981 disolvieron el PCM, diez años antes del desmoronamiento de la URSS. La izquierda que renunció a las concepciones proletarias, a la lucha de clases, y cuyos momentos fundacionales podrían encontrarse en los últimos dos congresos del PCM, el XIX y XX, donde por medio de las tesis del “poder obrero democrático” y del “gobierno de coalición democrática”, se renunció en los hechos, a la lucha por la dictadura del proletariado, la revolución socialista y el marxismo. Es la izquierda que traicionó al Partido de los Pobres, la izquierda que importó las tesis del eurocomunismo, son la izquierda de los demomarxistas que expulsó a José Revueltas del PCM, la izquierda que se identifica con Madero, Carranza y Obregón.
Esta tradición, tiene en la lucha electoral su principal escenario de acción. Es la izquierda que ha canonizado lo que Citlali Hernández denominó la vía democrática, electoral y pacífica de la transformación. No, esta no la inventó AMLO. Estas tesis forman parte de una tradición internacional de larga data que sostienen que la transformación social puede darse de forma gradual. Esta postura tiene su expresión más radical en el libro Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia de Eduard Bernstein publicado en 1899 o más recientemente, en la obra de Ernesto Laclau, Hegemonía y Estrategia socialista, en donde la radicalización de la democracia y no el socialismo es el horizonte.
Esta supuesta nueva izquierda en realidad no es tan nueva y tampoco es tan izquierda. Una de sus principales características es ser conciliadora con el capitalismo y aunque es verdad que aparecen criticas tímidas a los filos del neoliberalismo, esto es así, porque esta fuerza política defiende en cierto grado los intereses de sectores de la burguesía criolla, que se vieron desplazados de su posición de dominantes por los procesos de transnacionalización. Exigen ciertos grados de autonomía al imperialismo sin romper con él. En su nacionalismo niega o relega la lucha de clases.
Es claro que la socialdemocracia o este nacionalismo progresista, abandonan las tesis clásicas, tales como la lucha de clases, la dictadura del proletariado y la necesidad de la violencia revolucionaria, sustituyendo el programa de la revolución socialista/comunista por la instauración del estado de bienestar o la democracia. No sobra decir, que las tesis de la socialdemocracia de izquierda o derecha, fueron ampliamente debatidas y desmontadas, tanto por Rosa Luxemburgo en su libro Reforma o Revolución de 1899, como en toda la obra V.I. Lenin. Al respecto, Lenin escribía;
“Los demócratas pequeñoburgueses, estos pseudosocialistas que han sustituido la lucha de clases por sueños sobre la conciliación de las clases, también se han imaginado la transformación socialista de un modo soñador, no como el derrocamiento de la dominación de la clase explotadora, sino como la sumisión pacífica de la minoría a la mayoría, que habrá adquirido conciencia de su misión”.
Para esta izquierda, la lucha política se reduce a la pequeña política, como la bautizaría Antonio Gramsci, solo a “las cuestiones parciales y cotidianas que se plantean en el interior de una estructura ya establecida, debido a las luchas de preeminencia entre las diversas fracciones de una misma clase política”, olvidándose de la Gran Política, y por tanto dejando fuera de su discusión el problema de la construcción de nuevos estados.
Segundo. Desde la década de los 90 apareció la izquierda antisistema fuertemente arraigada en el movimiento social influenciado por el zapatismo. Esta izquierda se caracteriza por interpelar fuertemente la globalización neoliberal, reivindica a los subalternos y sus múltiples formas identitarias, y en su mayoría, prescinde de la lectura clasista de las luchas. Esta izquierda antisistema no reivindica la izquierda radical de los 60 y 70, las proezas de Lucio Cabañas, de la Liga 23-septiembre, o de la izquierda del Movimiento de Acción Revolucionaria. Que, por cierto, tenían claro que la revolución era violenta, no por decisión del pueblo sino porque la burguesía no dejaba otro camino.
Esta izquierda antisistema no reivindica la emancipación de la clase obrera y la liberación de los pueblos oprimidos por el imperialismo, ya no está inspirada en la obra de Marx, Lenin y Mao, de Ho Chi Minh, Fidel y el Che, ni reconoce en el Manifiesto Comunista de 1848 su programa teórico y práctico. Es una izquierda muy heterogénea, antisistema, anticapitalista pero no socialista. Aquí conviven anarquistas, anarco comunitaristas, autonomistas, posiciones espontaneistas y movimientistas. La tesis central es RESISTIR al capitalismo, en la mayoría de los casos, niegan la lucha por el poder, la participación electoral y la disputa por el gobierno. Impulsan nuevos procesos de cooperativismo, mutualismo y autonomías, etc.; es lo que Lenin llamaría formas de comunismo o socialismo apolítico, o nuevas formas de socialismo utópico.
Algunos de sus intelectuales son Raquel Gutiérrez, Silvia Rivera Cusicanqui, Raul Zibiechi y John Holloway, y más recientemente, los intelectuales decoloniales. Es por demás interesante que los intelectuales señalados, negaron el Golpe de Estado en Bolivia en 2019, omitiendo o subestimando el papel injerencista del imperialismo, de la OEA, del infame Luis Almagro, y los gobiernos títeres de Washington en Brasil y Argentina, así como de las burguesías criollas de América Latina. Mucha de esta izquierda, también esta influenciada por la teoría crítica de los intelectuales pequeño burgueses de la escuela de Frankfurt, como Theodor Adorno y Max Horkheimer, sobre todo, asumen su crítica generalizada de la dominación y adoptan una ideología anti-partido y anti-estado, que en última instancia, como lo señala Gabriel Rokhill “despoja a la izquierda de las herramientas de una organización disciplinada necesaria para librar luchas exitosas contra los políticos y militares bien financiados” por la burguesía y el imperialismo.
Es por ello que, en las experiencias más cercanas, las expresiones de esta izquierda han formulado una falsa dicotomía entre autonomía vs partido. Son anti partido porque los partidos son expresión de formas autoritarias de la “vieja izquierda”, o en algunos otros casos, los partidos por su agenda electoral, dividen al pueblo y las comunidades. Son expresiones de las perspectivas y propuestas pequeñoburguesas de la lucha contra el capital.
Estas dos formas de izquierda: la socialdemócrata y antisistema, son antimarxista, ni qué decir, son anti leninistas, aunque irónicamente, en algunos sectores del movimiento social activistas y militantes de ambas posturas se encuentran. Quizás el ejemplo más emblemático de esto es la CNTE. Si hiciéramos un esfuerzo por caracterizar a ambas fuerzas desde el leninismo, podríamos caracterizarlas como, por un lado, oportunismo de izquierda y por otro, infantilismo de izquierda.
Sin embargo, existe otra izquierda, la izquierda política socialista, comunista o marxista. Aunque aislada, sin mucha influencia en las masas y con poca militancia, la izquierda revolucionaria, aunque aparece utilizando múltiples formas de lucha, reivindica el horizonte del socialismo, la necesidad del partido y el papel histórico de la clase trabajadora en la lucha contra el capital.
Si usamos la propuesta metodológica de Antonio Gramsci expuesta en su Cuaderno 13, Análisis de la situación y relación de fuerzas, para ubicar a esta tradición, la izquierda comunista se concentra en las dos primeras formas de lucha contra el capital: en el apoyo o impulso de luchas económico-corporativo y, en acciones de solidaridad de clase, en ambos casos, pretenden acumular fuerzas por medio de desarrollar las condiciones subjetivas del proceso revolucionario. Aunque la izquierda comunista y marxista tenía su ambiente natural en las luchas contra el neoliberalismo, el triunfo de AMLO en 2018 y la instauración del gobierno de la supuesta 4T eclipsaron su papel político, para usar el término de Massimo Modonesi. Dentro de la izquierda marxista, socialistas o comunistas son pocas las organizaciones, que se han planteado abiertamente la disputa por el gobierno y la lucha electoral como táctica central, en muchos casos, al punto de aparecer con posiciones abiertamente anti electorales.
Las organizaciones marxistas aun navegamos con la derrota continental de la izquierda revolucionaria en el periodo pasado, y aunque cada vez la demonización de la URSS o la crítica al marxismo soviético se aleja, la pérdida de la tradición militante en la década del 90, sigue calando fuerte y ha impedido la consolidación de dichos esfuerzos. Sin mencionar las disputas entre las mismas organizaciones comunistas, que en muchos casos pesa y se torna enfermiza, deteniendo la posible coordinación de estos pequeños esfuerzos.
Cuarto. La crisis epocal y la necesidad de recuperar la izquierda marxista y leninista
Para nadie es un secreto que el capitalismo global está viviendo un gran cambio de época. Existen indicadores que así lo demuestran: a) La gran recesión económica mundial la cual inició con la crisis de 2008 y se profundizó por las consecuencias económicas de la pandemia por COVID en 2020, derivando en procesos acelerados de crecimiento de precios y poco o nulo crecimiento económico; b) La crisis de Estados Unidos; c) El paso gradual del poder económico, político y militar de occidente a oriente; d) La crisis medioambiental que amenaza con destruir las condiciones materiales de vida de la humanidad; e) El agotamiento de las reservas de petróleo y con ello el colapso de la División Internacional de Trabajo fundada en el tráfico de mercancías mediante la utilización de combustibles fósiles; f) La crisis del modelo de petro-agricultura sostenido por los agronitrogenados provenientes del petróleo, y; f) El ascenso del nacionalismo y en algunos casos del fascismo.
¿Cómo enfrentar estos problemas? Primero es evidente que esta insostenible situación es resultado del capitalismo, por lo que es la acumulación de capital la gran fuerza deletérea que amenaza la humanidad. Segundo, para que la izquierda enfrente con eficacia esta disyuntiva histórica se requiere tener el poder político para cambiar el destino de la humanidad. Tercero, se requiere de una organización que aspire a la conquista de ese poder, es decir, una organización que haga Gran Política. Por esto hoy, para la izquierda, resurge el problema de la conquista del poder, del Estado y del partido. En otras palabras, es urgente recuperar el marxismo leninismo como guía de la acción política.
Es verdad que la izquierda radical y revolucionaria ha tenido múltiples fracasos, que no es ni por mucho poderoso, pero el fracaso hace avanzar la historia. También es verdad lo que apuntaba Rene Zavaleta, la ideología se mide por su capacidad de convertirse en historia, y sin duda el marxismo-leninismo ocupa un lugar privilegiado en comparación con la socialdemocracia y el infantilismo de izquierda.