Por: Hazel Romero Frausto
Un hecho que es históricamente innegable, es que la burguesía sólo opta por la vía democrática cuando ella misma controla el poder político, pero cuando una fuerza opositora se hace con dicho poder, entonces la burguesía se desencanta de la democracia y recurre a medidas violentas para recuperar su hegemonía. Los capitalistas, conscientes del riesgo que implica perder el Estado y sus instituciones, implementan campañas de desprestigio, acciones desestabilizadoras, golpes de Estado, entre otras prácticas para recuperar su posición de clase dominante. Uno de los casos más recientes que ilustra esta situación fue en 2019, con el golpe de Estado que sufrió el gobierno de Evo Morales en Bolivia. Otros hechos que dan muestra del carácter antidemocrático de la burguesía, han sido los múltiples intentos por desestabilizar e intervenir en los gobiernos legítimos de Cuba y Venezuela. Precisamente hace un año, el 11 y 12 de julio de 2021, la clase política de Estados Unidos y sus medios de comunicación intentaron asestar un golpe blando en contra del gobierno cubano. En su afán por mantener su dominio la clase burguesa no duda en cambiar sus tácticas y discursos por los que mejor le convengan.
Sin embargo, no en todos los casos, la burguesía atenta contra la democracia de manera tan evidente. En México recientemente no hemos sido testigos de acontecimientos similares a los anteriores, no obstante, eso no necesariamente implica que no se presenten acciones de la burguesía nacional en contra de la democracia. Por ejemplo, en 2018 la candidatura independiente de Marichuy fue saboteada por el burocratismo sin sentido del INE. La clase política y sus instituciones se valieron de cualquier excusa para imposibilitar el registro de la candidata del EZLN y el Consejo Nacional Indígena (CNI). Eso demuestra lo restringido que es para las personas de a pie acceder a la contienda electoral y, en consecuencia, participar en los procesos democráticos del país.
Otro caso más actual de la burguesía y su actuar antidemocrático, lo podemos encontrar en los grupos empresariales y políticos que se han unido para hacer frente al gobierno progresista de Andrés Manuel y su 4T.
Pese a que a primera vista la burguesía no estaba de acuerdo con el hecho de que AMLO llegara a la presidencia del país, no hubo una intervención para evitarlo. Esto quizá, para muchas personas, podría haber representado un triunfo para la democracia. Sin embargo, hay que mantener una postura crítica sobre este fenómeno, puesto que a pesar de su discurso anti-neoliberal, el programa político de la 4T no ha transformado radicalmente las condiciones del país, esto quiere decir que su política no ha afectado de lleno a los intereses de la clase burguesa. Incluso, el mismo presidente abiertamente ha dicho que hay empresarios buenos y que éstos son de gran ayuda para mejorar el país. Asimismo, en uno de sus discursos negó que la explotación fuera el origen de la desigualdad social y en su lugar ha centrado su lucha contra la corrupción. Con esta clase de afirmaciones está más que claro el por qué pudo llegar a tener el control del Estado, y esto es así, ya que su propuesta política, sigue estando al servicio de la burguesía. Pero a pesar de mantener la hegemonía, la figura populista de AMLO, no es aceptada por toda la clase capitalista del país.
Personajes como Claudio X González, Gustavo A. De Hoyos, Gilberto Lozano, Vicente Fox, Felipe Calderón y Carlos Loret de Mola, han sido algunos de los que se han manifestado en contra del gobierno de AMLO. Está fracción de la burguesía nacional ha demostrado ser la más conservadora y reaccionaria En distintos medios han señalado que bajo “la dictadura” de López Obrador, los ricos han sido el grupo más discriminado por el gobierno. Dato ridículo, si consideramos que: “El uno por ciento mas rico del país percibe 26 por ciento del ingreso y controla 47 por ciento de la riqueza” (Martínez, 2022). También han mencionado que el presidente es un peligro porque nos quiere llevar al comunismo. Afirmaciones que rayan en lo absurdo y risorio, pero que un sector se ha tomado en serio. Ese mismo sector elitista que ahora está pensando que la democracia ya no es tan servible y que más bien se deberían tomar medidas más drásticas para poner fin al gobierno de AMLO. Esa élite que ayer defendía la democracia bajo el sexenio de Calderón o de Peña, es la misma que hoy promueve un intervencionismo político.
El resentimiento de esta fracción de la burguesía nacional, es ocasionada por las mínimas modificaciones que el gobierno de la 4T ha hecho en contra de algunos de sus muchísimos privilegios de clase como: la reducción de los sueldos de los servidores públicos, obligar a los grandes contribuyentes a pagar impuestos, obligar a las asociaciones civiles a declarar sus ingresos y egresos, reducir el gasto en publicidad del gobierno, reestructurar el sistema de contratación de Pemex, la CFE y el sistema penitenciario federal … Esta serie de reformas no representan un golpe certero contra la élite ricachona del país, de hecho sólo significan aplicar las propias reglas de su sistema. Pero ya que la burguesía no concede ningún tipo de pérdida, de ahí su enojo hacia AMLO.
Ahora bien, los riesgos de que se haya organizado la fracción más retrógrada de la burguesía nacional, es que amenazan constantemente con asestar un golpe de Estado blando contra AMLO y lo que es peor, están considerando participar en las elecciones presidenciales de 2024. El empresario Claudio X ha conformado una agrupación que lleva por nombre: Sí por México. Su participación en la disputa electoral es una gran amenaza ya que detrás de su partido está la imposición del ideario de la ultraderecha mexicana; la síntesis de los clásicos partidos PRI, PAN, PRD y una parte del sector empresarial más nefasto de México.
Esta rencorosa y retrógrada fracción de la burguesía mexicana es la clara muestra del actuar pragmático de su clase. Si en sus manos estuviera, ya hubieran tomado por asalto el palacio presidencial e instaurar su régimen. Pero a falta de condiciones tienen que estar sopesando su próximo movimiento, uno en el cual, nuevamente apelen a la confianza democrática.
La clase trabajadora no puede seguir excluida del proceso político del país. La ilusoria democracia burguesa ha mostrado su ineficiencia, es momento que nosotras, nosotros también nos organicemos y pugnemos por una democracia popular. Una en la cual sean las y los trabajadores de a pie, los que tomen las decisiones que mejor atiendan nuestras necesidades. Seamos nosotrxs, la gran mayoría quienes decidan nuestro futuro y no un grupo minoritario.
Referencia:
Martínez, E. (2022-03-19). La desigualdad es el tatuaje que marca a Latinoamérica. La jornada. https://www.google.com/amp/s/amp.jornada.com.mx/notas/2022/03/19/economia/la-sociedad-mexicana-20220319/