Por: Michel Quesada
El 22 de junio del presente año, personas que fueron detenidas-desaparecidas y familiares de desaparecidos en el contexto de la llamada guerra sucia, visitaron el campo militar no. 1, entre ellos las organizaciones HIJOS México y el comité ¡Eureka! El objetivo fue buscar a sus familiares o encontrar indicios que den con su paradero, también buscar evidencia que dé visibilidad a los crímenes de Estado, siguiendo un camino de búsqueda por la verdad y justicia. Vaya sorpresa se llevaron cuando al encuentro, el Subsecretario de Derechos Humanos Alejandro Encinas y el Director de Estrategias Félix Santana asistieron al lado de verdugos y perpetradores de los crímenes durante el conflicto armado de los años 1965-1990. Remata el General Secretario Luis Crescencio Sandoval, con el “beneplácito” del presidente, al excusar a los militares criminales y verdugos de sus acciones. No sólo eso, sino que los militares caídos en cumplimiento serían reconocidos como héroes (¡Eureka! 2022).
Lo anterior está ocasionando un debate público en el que participan académicos como Eugenia Allier Montaño quién en 2021 publicara un libro titulado 68 el movimiento que triunfó en el futuro: historias, memorias y presente. Ahora, después de reconfigurada la Comisión de la Verdad, el Esclarecimiento Histórico y el Impulso a la Justicia de las Violaciones a los Derechos Humanos cometidas de 1965 a 1990, dicha académica, que participa en el Mecanismo para el Acceso a la Verdad, de la misma comisión, quiere cubrir la profundidad del debate diciendo qué fue un desacuerdo en el mecanismo de dicha visita:
“El plan de trabajo delineado entre la Comisión de la Verdad y SEDENA no incluye ninguna reivindicación a militares caídos durante el periodo ni, por supuesto, homenajes a éstos. No es ese, ciertamente, parte del mandato del Mecanismo de Esclarecimiento Histórico de la Comisión de la Verdad” (Allier Montaño, et al 2022).
Es importante mencionar el libro y el comunicado del MEHCV porque ambos tienen el objetivo de legitimar la 4T, a MORENA y a AMLO bajo el postulado del triunfo democrático y simbólico del movimiento del 68 en el presente. Pero la verdad concreta se hizo presente en el discurso de los militares: No hay reconocimiento ni de las muertes ni de los crímenes; NO HAY TRIUNFO DEL 68.
Es muy cierto que durante la llamada Guerra Sucia en México, los distintos grupos guerrilleros fueron derrotados, con ellos, la utopía comunista fue arrojada a la subalternidad, es decir, a núcleos de resistencia desvinculados, pero no fue una utopía que haya sido borrada o desaparecida como lo dijo el propio Juan Gelman, en metáfora sobre los crímenes de desaparición. También es cierto que el esfuerzo de los militantes condujo a la apertura democrática en 1977 y a un cambio en el ejercicio del poder del Estado, pasando de una fase de coacción a una fase de consenso.
Se pusieron esperanzas de justicia en el nuevo gobierno guinda y sólo ha brotado impunidad. Detrás, existe todo un ejercicio para lograr zurcir la legitimidad del Estado Mexicano en mecanismos de reconciliación, perdón y olvido (justicia transicional). De fondo, la disputa por la verdad y la memoria es una disputa entre dos proyectos políticos, el capitalista que ha ocasionado irreparables pérdidas en el seno del pueblo (100 mil desaparecidos en la llamada “guerra contra el narco”); del otro lado, la utopía comunista comienza a salir de sus bastiones de resistencia para aparecer en el escenario nacional como la alternativa que resurge del pasado a lado de sus muertos, como única garantía de vida para el pueblo trabajador de México.
Cuando los comunistas retomamos la memoria de los caídos durante la guerra sucia en México lo hacemos, por un lado, retomando los nombres de las y los valientes como seres ejemplares que impulsan la acción política, por otro lado, hemos retomado y desarrollado su memoria dentro de los postulados de la alternativa socialista en el presente, ante el avance brutal del neoliberalismo en México. Nuestra visión sobre los exguerrilleros no está al nivel de las visiones que operan como mecanismos de objetuación (Revueltas, 1981) del Estado, es decir, instrumentos que reducen a los agentes políticos a meras cosas, bajo etiquetas de criminales o víctimas. Nuestra visión rompe la objetuación y reivindica a los muertos, los salva del abismo de la cosificación porque retoma, mediante la lucha el proyecto político, el socialismo en México. Bajo esta consideración los exguerrilleros son compañeros y compañeras vencidas, pero repetimos, tal como lo hemos hecho (Raya, 2018), no son víctimas de las circunstancias, borregos juveniles desbocados por su pasión vital; fueron y son agentes de cambio social, de formación de núcleos sociales, bastiones de la utopía comunista.
Redimir la memoria de los caídos y desaparecidos por medio de la lucha, de la acción política y del desarrollo del socialismo en México, conduce a reelaborar la historia de la clase en su conjunto y a ubicar los mecanismos para su emancipación, porque se combate la visión de la desaparición de las organizaciones comunistas en México; a la luz salen los distintos esfuerzos de resistencia que se han desarrollado desde el 77 hasta la fecha y con ello se observan las células de resistencia que se van mezclando hasta formar órganos para una nueva alternativa al capitalismo brutal, una propuesta socialista que se está llevando a cabo mediante nuevas tácticas y estrategias.
Es importante aclarar que en el escenario político actual los proyectos políticos lejos de conciliar los intereses, se están delimitando. El proyecto político de MORENA no tiene ningún tinte que mejore las condiciones de las y los trabajadores en México, ni de los grupos marginados, como las mujeres, la comunidad LGBTTIQ+. Por otro lado, la alternativa comunista se está formando con un proletariado construido con diversas identidades en resistencia, expresadas en movimientos como el feminista, el ecologista, el LGBTTIQ+ y el movimiento obrero que quiere recuperar sus derechos laborales.
De nuevo, la máxima “Socialismo o Barbarie” cimbra el panorama nacional e internacional, recordando que sí el capitalismo vence, serán más las tumbas anónimas. Es y seguirá siendo la muerte sin nombre y enmascarada, el motor del capitalismo. Es y seguirá siendo la vida, la memoria y los corazones de nuestra clase el motor que logré la emancipación humana.