Emiliano Raya Aguiar |
A días que se realice un ejercicio inédito en México, con los ánimos exacerbados, tiros y troyanos se han propuesto sacar sus mejores argumentos para defender o atacar el proceso revocatorio. Aunque existe un colorido panorama de análisis, podemos aglutinar todas las posiciones en tres grandes bandos:
El primero es de quienes van a ir a votar el 10 de abril. En este sector, que por los datos arrojados en los últimos sondeos (de medios de cuestionada objetividad como El Financiero), no será una mayoría abrumadora se divide en dos polos: quienes van a votar por la continuidad de Andrés Manuel en la presidencia de la República; quienes van a votar en contra. Es innecesario explicar el fundamento lógico que sustenta estas acciones, basta decir que la primera es motivada por quienes están de acuerdo con las medidas impulsadas por el presidente, y quieren que continué, y, por otro lado, quienes no están de acuerdo y quieren que deje de ser el encargado del ejecutivo.
En el extremo opuesto, están quienes convocan a NO participar, bajo los argumentos más vario pintos: “el ejercicio es muy caro”, “no es necesario”, “hay otros problemas”, “no es legal”, “es un capricho del AMLO”, “solo van a votar los borregos”, etcétera. Aunque parezcan muy variados, en el fondo estas expresiones tienen tres pilares vertebrales. 1) Al ser parte de la oposición a AMLO, saben, pero no lo quieren reconocer, que no tienen capacidad para sacarlo de la presidencia; 2) Tienen una (consciente o inconsciente) fobia a la posibilidad de que “la perrada” decida los rumbos del país. Miedo justificado porque esta muchedumbre es una abrumadora mayoría; 3) La consulta para la revocación carece de legitimidad.
El tercer sector es tal vez el más heterogéneo, el que no va a ir a votar, pero no por las razones antes expuestas, sino simplemente porque le vale. Es decir, pueden estar o no de acuerdo con las propuestas desplegadas por el jefe del ejecutivo, pero en realidad lo que inhibe su participación es que no entienden o no saben en qué consiste este proceso, y prefieren destinar ese día a otros menesteres más cotidianos. Este grupo, que ha incrementado gracias a la negativa del INE de desplegar una campaña mediática que fomente la participación en el ejercicio de revocación, mayor que los anteriores.
Por tiempo y espacio, permítame, querido lector, lectora, detenerme en el segundo grupo: La oposición que se niega a participar. Voy a detenerme en los errores que se comenten en este razonamiento. Primero, la derechista oposición que se niega a participar para no demostrar que no cuentan con el apoyo de la mayoría del pueblo mexicano, consiguen todo lo contrario a su intención. Lo que hacen es demostrar que son incapaces de plantear una alternativa política a la del presidente y, por lo tanto, prefieren no quedar evidenciadas.
Segundo. Hacen bien en tenerle miedo a la naquiza, porque somos un chingo y, literalmente, no tenemos nada que perder. No tenemos trabajo, no tenemos seguridad social, no tenemos educación, no tenemos salud y así un largo etcétera de carencias. Pero lo que muchos de nosotros si tenemos, es memoria y sabemos que todos los males que nos aquejan, no iniciaron en el 2018, sino que fueron las decisiones políticas de los últimos 5 sexenios, las que nos sumieron en este, como diría el prócer yucateco, cagadadero.
Tercero. A quienes dicen que es un capricho del presidente, basta recordarles que para realizar este ejercicio se requirió que 2.845.634 firmaran de conformidad para realizar el ejercicio. Si bien este número puede ser la militancia registrada en Morena, el pertenecer a un partido político no limita tus derechos ciudadanos. Además, en dado caso de que fuera una iniciativa caprichosa del presidente, que evidentemente no lo es, pero aún en ese caso, basta recordar que más de 30 millones de personas votaron por Andrés Manuel López Obrador y su programa de gobierno, dentro del que se incluía realizar un proceso de revocación del mandato a los 3 años.
¿Qué debemos hacer?
De inicio debemos reconocer que no es una propuesta del presidente, sino una consigna social, ya añeja, que se repitió con mucha insistencia durante el sexenio de Enrique Peña Nieto.
Debemos también de confesar, que, si esta figura hubiera existido en los sexenios de Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Peña Nieto, mucho nos hubiéramos ahorrado como pueblo mexicano y tal vez, solo tal vez, no tendríamos este desastre de país.
Lo que nos queda, es hacer justo lo contrario a la derecha mexicana. Nuestra propuesta no debe ser si vamos a votar en la revocación o no, eso es, hasta cierto punto irrelevante, sino convocar a construir una propuesta política alternativa, que supere hacia la izquierda a la que actualmente sustenta Andrés Manuel. Podemos o no participar, podemos o no convocar a dar el sí o el no al presidente, pero ¿y luego?