A 111 años del primer Día Internacional de la Mujer Trabajadora, todas las personas militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria reiteramos nuestro compromiso inalienable por la completa liberación de la mujer tanto del patriarcado como del capitalismo. Como comunistas, es necesario reivindicar el 8 de marzo como conmemoración surgida de la lucha de las mujeres obreras, recordando que fue en su institucionalización por las Naciones Unidas cuando el nombre de “Día de la mujer” se adoptó, invisibilizando sus orígenes de clase.
Recordamos a todas las generaciones de mujeres trabajadoras de la Tierra y especialmente aquellas que se lanzaron a la lucha organizada, a realizar las primeras marchas y huelgas, perdiendo hasta la vida en la lucha contra la opresión de un sistema patriarcal amalgamado profundamente con el capitalismo. Sabemos que el patriarcado ha existido mucho antes que el capitalismo y reconocemos que el esfuerzo de superar el capitalismo no elimina automáticamente el machismo y ni el patriarcado, si no que son dos sistemas de opresión que debemos destruir al mismo tiempo.
Debemos recalcar el recrudecimiento a partir de la pandemia de Covid-19 de las ya de por sí deplorables condiciones en las que sobreviven las mexicanas. La pandemia ha servido de pretexto para profundizar el retroceso de derechos ya conquistados por las mujeres. De acuerdo al INEGI, la participación de las mujeres en la fuerza laboral mexicana perdió 5.8 puntos porcentuales entre julio de 2019 y julio de 2020, cuando la masculina perdió 5.4 puntos, dando desempleo en mujeres con 2.3 millones de trabajos perdidos frente a 1.3 en hombres. De 20 millones de mujeres trabajando, 22% gana solo 1 salario mínimo o menos. En el trabajo doméstico las mujeres trabajan de 28 a 44 horas semanales mientras que los hombres solo de 8 a 12. Las condiciones económicas, políticas y de violencia sabemos están causalmente entrelazadas y por tanto no se podrán resolver si no es de manera integral, destruyendo las raíces económicas y políticas del patriarcado.
11 mujeres son asesinadas al día en México, 1 de cada 3 es violentada por su pareja, millones son violentadas por sus familiares. El asesinato de una sola es causa suficiente para la revolución. Pero de enero a noviembre de 2021 en México fueron asesinadas 3.462 mujeres, con 1004 de esos asesinatos siendo clasificados por las autoridades capitalistas como feminicidios. Las denunias de violación aumentaron 28.1% entre 2020 y 2021, con 21,189 casos. Estas condiciones son insostenibles, las mujeres no pueden seguir viviendo así, nos organizamos para que las clases gobernantes no puedan seguir gobernando como lo han hecho. Porque a pesar de tener pleno conocimiento de esta situación de crisis, de un país feminicida con impunidad rondando el 97%, a pesar de saber todo esto los gobiernos capitalistas de todo el país optan no por una estrategia integral para acabar con los feminicidios si no por poner vallas y policias para proteger lo único que han demostrado ser capaces y estar interesados en proteger: las paredes, la propiedad privada y las apariencias.
Todas las medidas represivas tomadas por gobiernos capitalistas, como el actual gobierno de Michoacán, demuestran la cerrazón a las legítimas demandas del movimiento de mujeres, medidas que van desde los arrestos y el gas lacrimógeno, arma química cuyo uso es crimen de guerra, hasta haber convocado a las colectivas y organizaciones feministas en Michoacán a un falso diálogo “con el [supuesto] objetivo de garantizar la seguridad de las manifestantes”, mientras que a la par se amenazaba con encarcelar a quienes protestamos. Hacemos responsables a los gobiernos estatales, municipales y al federal de cualquier acto represivo en contra de las mujeres que nos manifestamos.
Sabemos que la lucha por el comunismo debe ser siempre la lucha por la liberación completa de las mujeres, y que la liberación completa de las mujeres es a su vez imposible sin el comunismo. Debemos mantenernos alertas para constantemente purgarnos personal y organizacionalmente, como declaran nuestros estatutos, a modo de deshacernos de la socialización machista en la que crecimos, esforzándonos por eliminar toda violencia misógina, todo encubrimiento de la misma y toda conducta que refuerce la reproducción social del patriarcado. La crítica, la autocrítica y la disciplina de nuestra tradición y funcionamiento organizacional debe ayudar a purgarnos sistemáticamente del machismo y de cualquier otra cosa que sea perjudicial a la causa revolucionaria.
El 8 de marzo permite repensar nuestras condiciones de vida y el sistema económico político actual, que no nos garantiza ni siquiera la vida. Podemos plantear qué queremos para nosotras y para las que vienen después de nosotras y trabajar y luchar políticamente para hacer realidad eso que queremos. El Movimiento de Izquierda Revolucionaria reivindica el feminismo socialista y el socialismo lo concebimos necesariamente antipatriarcal, antiracista y antimperialista. Liderando a nuestros camaradas, las militantes del MIR construimos un feminismo tan radical como los más, porque va a la raíz de los problemas y desde ahí teoriza y práctica sus soluciones, pero que a la vez se plantea incluyente ya que tiene una perspectiva desde las trabajadoras y los pueblos. Citando a Rosa Luxemburgo: “luchamos por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”.
¡Como desde el inicio de la historia, nos unió el género y nos dividió la clase!
¡Nos van a faltar vallas para escribir todo lo que necesitamos denunciar!
¡Exigimos un alto a la criminalización de la protesta y lucha de las mujeres!
¡Nosotras no sólo sabemos de historia, hacemos historia!
¡Alto a las violencias machistas!
¡Aborto, libre, seguro y gratuito YA!
¡Si las mujeres páramos, se para el mundo!
¡Exigimos seguridad para todas las mujeres y un alto a la violencia en todo el territorio, todos los días!
¡Una mujer que lucha, es una mujer libre!
¡Por la unidad de la clase trabajadora, venceremos!

