Cristell Tapia/Las Matrioskas
Desde el momento en el que llegaron al poder las y los bolcheviques implementaron una legislación que tenía por objetivo la emancipación de la mujer, definitivamente ésta incluyó los Decretos sobre el matrimonio civil y el divorcio, el Código de Leyes sobre el estado civil y las relaciones domésticas, el matrimonio, la familia y la tutela, en general la disolución de las formas burguesas de organización familiar. Así mismo también incluía el Código de Trabajo y el Decreto sobre la jornada laboral de ocho horas, que prohibía el trabajo nocturno, las horas extras y que transformó la tradicional estructura laboral y de género; por lo tanto, no fue casual que se legalizara el aborto en 1920.
La iniciativa fue impulsada principalmente por el departamento de mujeres trabajadoras y mujeres campesinas del partido bolchevique (Zhenotdel), a raíz de la redacción de una serie de tesis del experto forense Leibovich, donde recomendaba la legalización del aborto. Fue en los meses de abril a julio de 1920 cuando el Zhenotdel organizó tres reuniones con representantes del Comisariado del Pueblo de Salud Pública y su División para la Protección de la Maternidad y la Infancia para discutir la cuestión del aborto; participando activamente las dirigentes bolcheviques Inessa Armand, Alexandra Kollontai, Nadezhda Krupskaya, Olga Kameneva y Vera Golubeva, así como el comisario del Pueblo de Salud Pública Nikolai Semashko y la directora de la Sección de Protección de la Maternidad Vera Lebedeva.
Para Kollontai las secciones de mujeres del Partido tenían que fijarse como objetivo la emancipación real y completa de las mujeres, así mismo consideraba necesario solucionar las problemáticas que surgían de las especificidades del sexo femenino (por ejemplo, la maternidad, la protección del trabajo femenino y la legislación sobre la cuestión del aborto). En discusiones que tuvieron lugar en la sección de mujeres del Partido Comunista en ese mismo año, Inessa Armand abogó por la preparación de folletos especiales sobre medidas anticonceptivas como alternativa al aborto, desarrollando una campaña de difusión y Krupskaya pugnó por la descriminalización del aborto en las páginas de la revista Kommunistka.
La firma del decreto se produjo rápidamente, ya que, para el 18 de noviembre de 1920 se publicó en el periódico Noticias del Comité Ejecutivo Central de los Soviets, firmado por Semashko y Kurski; aunque el decreto se comprometía a “permitir que este tipo de operaciones se practicara libremente y sin ningún cargo en los hospitales soviéticos”, también expresaba la intención de luchar contra este fenómeno mediante la planificación del embarazo.
La aprobación de esta iniciativa fue con el objetivo de evitar la clandestinidad y por la situación precaria en la que vivían las mujeres, se pretendía que en determinado momento cuando la situación económica y social de las mujeres mejorara, el decreto no sería necesario; el objetivo se vería reflejado desde 1923, cuando el 58% de los abortos se realizaron dentro de los hospitales y para 1927 la cifra ascendería a 76%. La recuperación económica que siguió a la aplicación de la NEP, permitió que el gobierno soviético comenzara a enfatizar cada vez más en la planificación del embarazo, el control de la natalidad fue legalizado en la Unión Soviética en 1923.
Con la llegada de Joseph Stalin al poder, se condicionó un cambio sobre la percepción del aborto (fundamentalmente por razones de fomento de la natalidad), que se consumó en junio de 1936 con la publicación de un decreto de prohibición y únicamente se permitió el aborto en casos en los que existía un peligro para la vida de la madre o cuando se detectara una enfermedad congénita, sin embargo, en 1955 el aborto volvía a ser legal.
Si bien, aunque el decreto se enfrentó a diferentes problemáticas (la escasez de anestésicos y antibióticos, instalaciones adecuadas y al limitado acceso de instituciones estatales en los espacios rurales) y a una falta de reflexión en el terreno de la autodeterminación sexual de las mujeres, también significó uno de los mayores logros conquistados por las mujeres en la historia, ya que, con este acto la Unión Soviética se convertía en el primer Estado del mundo en otorgar a las mujeres la oportunidad de un aborto legal y gratuito.
Sin duda, nunca ha existido otro contexto histórico en el que las mujeres podamos acceder a nuestros derechos más fundamentales. Hoy más que nunca ante los continuos ataques a nuestros cuerpos y a nuestra determinación, así como ante la amenaza del reaccionarismo sexual y contra las políticas capitalistas y neoliberales, es necesario reivindicar una organización colectiva, fuerte y amplia como la de las mujeres soviéticas, solo así podremos gozar plenamente de nuestros derechos.