Los acontecimientos en este momento pasan de manera muy rápida. Estamos ante una coyuntura crucial. La emergencia sanitaria y la crisis económica que se aproxima es la muestra de un agotamiento del neoliberalismo como modelo de gestión del Capitalismo Monopolista Transnacional (CMT). La idea de que el capitalismo puede colapsar por sus contradicciones y la lucha de los trabajadores y trabajadoras no es descabellada.
La crisis no es producto del coronavirus, de falta de demanda efectiva o de la inestabilidad del sector financiero. La crisis es ocasionada por las bajas en las tasas de utilidad, que han socavado la inversión productiva. Dentro del capitalismo esto sólo se soluciona mediante un incremento de las tasas de explotación, incrementando las tasas de plusvalía o la intensificación de las lógicas de saqueo y la guerra de rapiña.
Las soluciones que propone el capital agudizarán el problema. Por eso, pese a que la burguesía en el mundo está un poco consternada, ya que algunos de los capitales más importantes pierden millones de dólares en minutos por la especulación en las bolsas del mundo, poco a poco están tejiendo sus planes para rescatar al capitalismo.
Los Estados burgueses pretenden cargar sobre los hombros del proletariado los costos de la crisis, con el fin de garantizar los beneficios e integridad del capital. El 26 de abril las 20 principales economías del mundo (G-20) anunciaron la implementación de rescate por poco más de 5 billones de dólares mediante incentivos fiscales, inyección de liquidez al sector financiero, préstamos a bajas tasas de interés, pagos de nómina, privatizaciones; pero todo esto sólo incrementará el déficit fiscal y la deuda mundial, que se estima en 188 billones de dólares, alrededor del 230 por ciento del PIB del mundo.
Ante la crisis es muy posible que algunos gobiernos o empresas transnacionales se declaren en moratoria de sus compromisos financieros o incluso en bancarrota. Si esto pasa, el capital entraría en una seria encrucijada.
Ante la crisis la oligarquía financiera puede optar por una reestructuración profunda del capitalismo. Justo como en la década de los 80 y 90, donde se abandona el capitalismo de Estado y aparece el CMT. O incluso algunas formas de nacionalismo o fascistas, que por cierto son una fuerza importante en Europa y EEUU, lo cual obligaría al capital a renegar abiertamente de los regímenes democráticos.
En el caso de México su dependencia con EEUU es su debilidad. La deuda pública de Estados Unidos del 107 por ciento del PIB es insostenible. La inestabilidad de Estados Unidos, impactará en la reducción del comercio exterior de nuestro país, ya que el 80 por ciento de las exportaciones de México se dirigen a EEUU; la política monetaria nacional depende de la política y disposiciones de la FED, que bajará casi a cero la tasa referencial para incentivar la inversión y los préstamos, lo cual puede desembocar en un incremento generalizado de precios; las inversiones extranjeras directas de las principales empresas de Estados Unidos y España pueden reducirse; la devaluación del peso frente al dólar encarecerá los insumos importados para la producción, lo cual impactará en las tasas de utilidad.
Por el momento AMLO no rescatará empresas, no pedirá préstamos y tampoco quiere derrochar dólares de las reservas internacionales. Asume que la entrada en vigor del nuevo T-MEC, dará un poco de certidumbre a los inversionistas. Sabe que una parte del tema está en la especulación financiera, sobre todo en lo que refiere al peso. Pero no hay propuesta para enfrentar el shock de la crisis. Las medidas aún no son claras, aunque anuncia el apoyo de las microempresas y sectores populares o megaproyectos de infraestructura, mantiene el lazo de dependencia con la economía norteamericana.
Como diría Marx. Todo lo solido se disuelve en los aires. Con la grave emergencia que padece el capitalismo, la ideología neoliberal se está desfondando. A estas alturas, en el seno de los trabajadores y trabajadoras, no hay soportes materiales que sostengan que el libre mercado es el mejor modelo para organizar la vida social, que lo privado es mejor, que el empresariado crea la riqueza y son un sector socialmente responsable, o que el individualismo es la solución. ¡El capitalismo demuestra que no puede garantizar el bienestar del pueblo!
La crisis sanitaria socava la legitimidad de los empresarios, la derecha y el capital, porque este último muestra toda su incapacidad para responder a las necesidades de la gente, pero eso no ocurrirá si la élite triunfa en su intención de convertir la crisis sanitaria en un arma biopolítica para generar desconfianza, aislamiento y control de la población. Podemos dar golpes demoledores, su mezquindad es su debilidad. ¡La gente es sensible a la crítica contra la burguesía!
Hoy los trabajadores y trabajadoras están viviendo incertidumbre, penurias, despidos injustificados, exposición de su salud, incluso mayores niveles de explotación. Las condiciones están dadas para desenmascarar la ambición del capitalismo, la patronal, las fuerzas de derecho y a la socialdemocracia.
ESTA EDICIÓN CONTIENE:
COYUNTURA:
- COMUNICADO RESPECTO DE LA EMERGENCIA SANITARIA CAUSADA POR EL CORONAVIRUS
- PARA LA MAYORÍA DE LA CLASE TRABAJADORA ¡LA CUARENTENA NO ES UNA OPCIÓN!
- SOCIALISMO VS CAPITALISMO: LAS RESPUESTAS A LA PANDEMIA MUNDIAL DEL COVID-19
NACIONAL:
- LA CRISIS DEL SISTEMA DE PENSIONES
- SUBCONTRATACIÓN: VIL ATRACO A LA CLASE TRABAJADORA.
- ¿QUÉ SE CONMEMORA EL 8 DE MARZO? LA VIGENCIA DE LA LUCHA DE LAS MUJERES TRABAJADORAS