Michel Quesada
Según la revista Proceso “La organización Internacional del Trabajo estimo que entre 5.3 millones y 24.7 millones de personas podrían perder su empleo a causa de la crisis. Además, el subempleo aumentaría “a gran escala” y entre 8.8 y 35 millones de personas se sumarán a la lista de “trabajadores pobres”. […] recalcó que los principales afectados de la crisis epidemiológica y económica serán los trabajadores más vulnerables -personas mayores y jóvenes, mujeres, migrantes y trabajadores en outsourcing o a cuenta propias-, lo que agravará la brecha de la desigualdad ya existente.”
Como siempre en nuestro precioso sistema económico capitalista, quienes salimos perdiendo de cada crisis, somos las y los trabajadores. Esto nos hace reflexionar en el porqué, más allá de decir “así lo quiso diosito” o “ni modo, hay que chingarle”, las razones son simples, pero cambiar esta situación es aquello que parece inalcanzable. No hay que voltear a ver al cielo para entender que una clase, la burguesía (grandes empresarios, banqueros) y sus achichincles (gobierno en turno, burocracia e instituciones del Estado) mantienen esta situación. Son ellos lo que no tienen que salir día con día a ganarse el pan, son ellos los que no tienen que preocuparse por que van a comer mañana, o si se enferman por un virus chino. Nosotras y nosotros que andamos a pie, tenemos todo en nuestra contra.
Somos trabajadores y trabajadoras subcontratados, que no tenemos derecho a la salud y la seguridad social, por tal, si nos enfermamos de coronavirus, no lleva la tostada. Si nos quedamos en casa por temor a la pandemia, nos despiden o nos quedamos sin comer. No tenemos derechos laborales en este país donde reina la desigualdad y la injusticia. La mayoría de nuestro país, las y los pobres, las y los trabajadores no nos quedaremos en casa, no por ser inconscientes de lo que significa esta crisis de salud, sino porque somos conscientes que, pese a todo, nos está azotando un virus de mayor extensión, de mayor antigüedad, de mayor peso y se llama hambre. Que si no movemos nuestros manos para trabajar no encontraremos el día de mañana la vida.
Además, debemos darle gracias a la Reforma Laboral que impulso el Felipe Calderón y que aplicó Enrique Peña Nieto, donde se vuelve legal trabajar bajo estas condiciones inhumanas. Pero ahora tampoco se le pone un alto a estas legislaciones, dicen que ahora van a “regular” el outsourcing”. Yo me pregunto ¿A caso, regulando el outsourcing se va a dignificar la vida de trabajador subcontratado? ¿Con esta “regulación” todos y todas aquellas que debamos mantener la cuarentena, vamos a tener garantizado nuestro empleo y nuestro salario? La respuesta es NO. Si nos quedamos en casa cuarenta días, a los que mejor les va, les pagarán sólo 30. Si se extiende el periodo de estar en casa, bueno, eso corre a cuenta del trabajador o de la trabajadora. A los que peor nos va, tenemos que salir a trabajar, pese al virus, pese a todo.
Como trabajadores y trabajadoras, no tenemos que exigirle nada a un padre, a Estado o a un gobierno. Hay que hacer valer con la organización lo que es nuestro. Debemos comenzar por impulsar una REFORMA POPULAR para las y los trabajadores, un LEGISLACIÓN que garantice un trabajo y una vida digna para las y los trabajadores. No podemos seguir siendo los jodidos, las que se joden, los que pese a que se esfuerzan todos los días, siempre perdemos, siempre morimos.
¡NO PAGAREMOS ESTA CRISIS CON NUESTRA SALUD NI CON NUESTROS DERECHOS!
¡POR UN LEGISLACIÓN POPULAR PARA LAS Y LOS TRABAJADORES!
¡ES URGENTE LA ESTABILIDAD Y LA CERTIDUMBRE LABORAL!
¡ANTE LA EMERGENCIA SANITARIA, SALUD, ALIMENTOS Y SERVICIOS BÁSICOS PARA EL PUEBLO!
¡ANTE LA BARBARIE CAPITALISTA, EL FUTURO SOCIALISTA!
¡VENCEREMOS!