“¿De qué sirve decir la verdad sobre el fascismo que se condena si no se dice nada sobre el capitalismo que lo origina? Una verdad de este género no reporta ninguna utilidad práctica.” B. BRECHT

El año 2020 inició en un contexto mundial de ascenso generalizado de lucha de clases. Por un lado, la extrema derecha y el fascismo cobraron presencia o reforzaron sus posiciones de forma importante en Estados Unidos, América Latina y Europa. Las políticas, xenófobas, racistas, oscurantistas, enarboladas por todo el espectro de las fuerzas de derecha son sólo el rostro de la estrategia imperialista para mantener y profundizar su lógica antiobrera y expoliadora. En los países centrales, pretenden fortalecer el sentimiento nacionalista y consolidar una base social mediante la propagación del mito del “enemigo interno” (migrante, musulmán, latinoamericano, etcétera) como causa de la precariedad social, la falta de empleo, inseguridad o delincuencia, entre otros problemas.  En los países periféricos, (eufemismo espacial para identificar a las naciones pobres) las fuerzas reaccionarias locales justifican y promueven el intervencionismo imperialista como medida que permita perpetuar los privilegios de las burguesías criollas, ya sea mediante fraudes electorales o incluso haciendo uso de golpes de estado –parlamentarios, judiciales o militares–. Tanto el ascenso de las fuerzas de ultraderecha como el avance  del  imperialismo, pretenden incrementar la explotación y saqueo de los pueblos con el objetivo de contrarrestar la recesión económica mundial. No es secreto que el capitalismo atraviesa por grandes problemas económicos: poco crecimiento, endeudamiento, reducción de las tasas de utilidad, etc.

Por otro lado, ante la embestida de las fuerzas reaccionarias la heroica resistencia de los gobiernos soberanos se mantuvo firme, además emergieron grandes movilizaciones populares contra las políticas burguesas e imperialistas: Chile, Ecuador, Colombia, Haití, Honduras, Francia, India, Bolivia, Irán, Cuba y Venezuela, son geografías donde los pueblos han inundado las calles o donde gobiernos populares enfrentan de cara la guerra declarada del imperialismo.

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En México el gobierno de AMLO mantiene un gran consenso popular al grado de que algunos intelectuales consideran que políticamente se mueve en un sentido progresista en contracorriente respecto del ascenso de la derecha. Sin embargo, la continuidad de las políticas neoliberales como outsourcing, la mercantilización de la educación, los contratos privadas a petroleras transnacionales, la austeridad en el gasto social o los megaproyectos de muerte, se mantienen. Las contradicciones del gobierno de restauración nacional de MORENA/4T y los intereses de la clase trabajadora se expresarán más temprano que tarde. La ultraderecha lo sabe, por ello tanto Gustavo De Hoyos, director de la Coparmex, o incluso el genocida de Felipe Calderón intenta construirse como una opción electoral para el 2024. Ante este escenario el comunista debemos construirnos como opción de izquierda enarbolando la táctica de programa contra programa, es decir confrontar nuestro programa proletario contra los distintos tipos de programas burgueses.

¡La historia lo exige!

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