Itzury Cruz
El pueblo kurdo es una minoría étnica cuyo territorio está entre los países de Irak, Irán, Turquía y Siria, y existen mucho antes de que éstos existieran como Estados-Nación. Los kurdos iniciaron la lucha por ser reconocidos desde principios del siglo XX, ya que muchas de las leyes de los países en los que se encuentran son discriminatorias, en Turquía por ejemplo, se les prohíbe reproducir su cultura y se castiga duramente hablar su lengua.
Estas leyes y los brutales genocidios kurdos por parte de los Estados-Nación y el Daesh (Estado Islámico) les orillaron a formar autodefensas en sus territorios: las Unidades de Protección (YPG, por sus siglas en kurdo) y la división de las Unidades de Protección Femeninas (YPJ). El trabajo de guerrilla tiene una amplia base social de simpatía y apoyo, no sólo de bases kurdas, sino también por parte de etnias, nacionalidades y religiones diversas. Han resultado ser un movimiento sumamente exitoso, y han logrado liberar territorios de la opresión de las potencias y sus mercenarios.
Bajo el proyecto del Confederalismo Democrático, cuyo principal teórico es el dirigente kurdo, Abdullah Öcalan, hacen una crítica a los Estados-Nación y pugnan por una forma de gobierno totalmente democrática que acepta diversas culturas, religiones, tribus y formas de autogobierno en un mismo territorio, a condición de que se respete el bienestar común, la naturaleza y sus recursos, así como el empoderamiento y libertad de las mujeres.
En últimos meses las YPG-YPJ tenían una alianza táctica con EEUU para eliminar presencia del Daesh del territorio kurdo, sin embargo, en octubre de 2019, sucedió la entrada del Ejército turco a Rojava y la fuga de miles de presos del Daesh que estaban a cargo del resguardo norteamericano. Aunque una parte del pueblo kurdo lo tomó como traición, algunos fundadores del PKK tenían bien claro que la alianza era meramente militar y que EEUU tiene intereses políticos y económicos en la región, y que por tanto, el pueblo kurdo no tiene más amigos que las montañas.
La incursión militar que inició el 9 de octubre de 2019 por parte del ejército turco (el segundo más poderoso de la OTAN) es la tercera en territorio kurdo desde 2016 y ha generado al menos 100 mil desplazados. La incursión se ha dado en el norte y este de la Siria kurda (Rojava). Los bombardeos han sido constantes, no sólo destruyen hogares y aldeas enteras, también reservas de alimento, agua, fábricas, refinerías, tienen por objetivo también las caravanas de desplazados y las caravanas de apoyo, así como los campamentos provisionales.
Los Estados Unidos han apoyado a organizaciones mercenarias terroristas, sobre todo desde la guerra con la Unión Soviética, en el caso del Daesh, la CIA les reclutó con apoyo británico, les dio entrenamiento en Pakistán y los dotó de armas para luchar contra los movimientos revolucionarios. Les han servido para desestabilizar zonas, creando conflictos y justificando intervenciones militares, en una guerra continua por reconfigurar el mapa mundial y apropiarse de los recursos de otros países.
Por su parte, Erdogan ha hecho un llamado a Estados Unidos y otros países miembros de la OTAN a apoyar la invasión a Siria bajo el artículo 5, donde según los tratados de Washington, deben respaldar militarmente a cualquier país miembro que lo solicite. Respecto al conflicto la Unión Europea ha decidido mantenerse al margen del genocidio, ante la amenaza de Turquía de enviar a más de 3 millones de refugiados al llamado Viejo Continente.
Con estas acciones Erdogan se perfila como uno de los peores genocidas del siglo XXI, en palabras de Murat Karayılan, miembro fundador del PKK: “Estamos atravesando un período muy histórico. El Estado turco ocupante está llevando a cabo una brutal y bárbara política de genocidio en el territorio del noreste de Siria ante los ojos de todo el mundo. Turquía está librando una guerra muy desigual y desproporcionada. Por un lado está el pueblo del noreste de Siria [Rojava], que resiste sólo con sus armas por su honor, dignidad, existencia y libertad, y por otro lado un Estado bárbaro con avanzadas máquinas de guerra”.
Este nuevo ataque pretende aniquilar los avances de la guerrilla y la existencia misma del pueblo kurdo y otras minorías como los armenios; pretende revivir a los mercenarios del Daesh, lo cual es un peligro para el mundo entero; es un ataque la propia democracia de Turquía y Medio Oriente; pretende destruir y derrotar a la Administración Autónoma del Norte y el Este de Siria (AANES) y a las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS) para conquistar la mayor cantidad posible del territorio del norte de Siria, y con el paso del tiempo, anexarlo a Turquía; por los alcances políticos y económicos, es un ataque contra toda la humanidad y su dignidad.
Mientras, los medios de comunicación oficiales crean una atmósfera de miedo e intimidación que tratan de que las masas huyan de sus hogares, para impedir la reorganización y la unidad del pueblo kurdo, el PKK ha hecho un llamado a todo hombre y toda mujer kurdo a resistir y mantenerse en su pueblo, convirtiendo cada casa y calle en una batalla. También se hizo un llamado urgente a la comunidad árabe y “a las fuerzas democráticas revolucionarias y a todos los pueblos de Siria y Turquía, así como a todas las organizaciones de mujeres y jóvenes y a toda la humanidad, a unirse en una resistencia global con los pueblos del noreste de Siria que están resistiendo la invasión turca y el genocidio”.
Hasta el momento la organización kurda alcanzó un acuerdo con Siria y las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS) para defender el territorio de la invasión. Las FDS han respondido con dignidad y coraje, el gobierno sirio prometió proteger las fronteras del país y preservar la soberanía del Estado. Tienen el objetivo de repeler la agresión y liberar las áreas por donde ingresaron el ejército turco y sus mercenarios. Las líneas generales del acuerdo son la seguridad fronteriza en nombre de la soberanía de Siria como Nación, respetando los trabajos de la Administración Autónoma Democrática, los derechos de los y las kurdas en la Constitución y la garantía de los derechos de otras minorías de la región.
Algunas fuerzas kurdas celebraron este acuerdo y algunas otras lo toman con recelo, pues saben que es una alianza meramente militar y se preguntan cuál será el precio del acuerdo para el pueblo kurdo una vez terminado el conflicto.
Más allá de las apreciaciones positivas o negativas del acuerdo, las organizaciones político-militares kurdas y aliadas han resistido heroicamente a los ataques terrestres, han frenado numerosos intentos de ocupación, y han mantenido su presencia en las principales ciudades en disputa a lo largo de la frontera con Turquía.
Aún sigue siendo urgente y necesario erradicar los bombardeos turcos, ya que ha sido lo que ha ocasionado más daños, es un paso de suma importancia táctica porque aumenta las posibilidades de una victoria rápida. Rusia es el país que tiene los medios para restringir el espacio aéreo sirio a los tripulados turcos, sin embargo, se ha mantenido al margen limitándose a mantener comunicación con ambos bandos.
Entre tanto, la población ha tomado la determinación de luchar por su existencia, su autonomía, y por la defensa de los avances del Confederalismo Democrático, alcanzados con tanto esfuerzo a lo largo de décadas; en esta defensa, las Unidades de Protección Femeninas (YPJ) han tenido un papel protagónico, pues son las de mayor presencia en la frontera, y han demostrado su valentía, disciplina y eficacia en invasiones anteriores. La revolución kurda es conocida por su carácter marxista y feminista; han alentado la participación de las mujeres en su organización política en espacios de formación teórica y militar, lo que le ha valido ser uno de los ejemplos revolucionarios más avanzados a nivel mundial.
De los numerosos gobiernos patriarcales asociados a Estados imperialistas que amenazan esta revolución, Turquía es el mayor peligro para la sociedad del Kurdistán sirio, por ello, diversas organizaciones alrededor del mundo se han movilizado para pedir el cese de la invasión y el genocidio.
La intervención militar a las comunidades kurdas es un ataque al movimiento revolucionario a nivel mundial, porque la Revolución kurda defiende la vida, la dignidad, el bienestar de la humanidad y la armonía con la naturaleza, por ello, expresamos nuestra solidaridad con el pueblo kurdo y condenamos el asedio de los países imperialistas, patriarcales y colonialistas en Rojava.