Marco Andrade
Sin duda alguna, la exclusión educativa es una de las grandes problemáticas que enfrentan las universidades públicas en México, tan es así que 7 de cada 10 aspirantes son rechazadas y rechazados año con año. Esta situación se explica a partir de mecanismos por medio de los cuales se excluye a cientos de miles de rechazados, tal como sucede con el examen único de ingreso elaborado en su mayoría por el Centro Nacional para la Evaluación de la Educación Superior (CENEVAL), una empresa privada que ha monopolizado la aplicación de exámenes de ingreso excluyentes y discriminatorios desde la Educación Media Superior y Superior, a partir de lo cual ha logrado afianzar un fructífero negocio.
¿Qué es el CENEVAL?
El contexto en el que sitúa el origen del CENEVAL está en los años ochenta, cuando en México se da el viraje del capitalismo monopolista estatal (Estado de Bienestar) al capitalismo monopolista transnacional (modelo económico neoliberal). Así, la educación que hasta entonces se había mantenido en su mayoría en manos del Estado, poco a poco va permitiendo la injerencia de la iniciativa privada, esto ante la enorme deuda externa que había contraído el país y cuyo pago le impedía financiar servicios públicos como la educación; además de la fuerte presión ejercida por organismos como el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), principales impulsores de las reformas en materia educativa. A lo anterior se suma la puja por parte de los sectores empresariales nacionales aglutinados en torno a la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX) y la Cámara Nacional de Comercio (CANACO).
Con la descentralización de la educación (1993) y la entrada al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y a la OCDE (1994), México se ve obligado a implementar las recomendaciones en materia económica y comienza a manejar conceptos como el de “calidad educativa”. De esta manera, desde la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) surge la idea de establecer mecanismos de evaluación que se suponía deberían garantizar la calidad en la educación. Reunida en Asamblea General en abril de 1993, la ANUIES realizaría una serie de recomendaciones entre las que se encontraba la aplicación de exámenes de ingreso y egreso a las universidades públicas y privadas elaborados por un organismo evaluador, siguiendo el ejemplo del Educational Testing Service (ETS) en los Estados Unidos (Aboites 2012).
En abril de 1994, la Coordinación Nacional para la Planeación de la Educación Superior (CONPES) aprobaría la creación del Centro Nacional para la Evaluación de la Educación Superior (CENEVAL), una asociación civil que se planteará la elaboración y operación del Examen Nacional de Ingreso a la Educación Media Superior y Superior (EXANI I, II, Y III), así como de un Examen General para el Egreso de la Licenciatura (EGEL), a partir de los cuales definirá los perfiles de conocimientos, habilidades y competencias fundamentales que debe tener quien ha concluido la educación básica y aspira a continuar sus estudios de educación media superior y superior o recién ha egresado de la licenciatura.
En cuanto a organigrama, la máxima autoridad del CENEVAL es la Asamblea General conformada por asociaciones e instituciones educativas, asociaciones y colegios de profesionales, organizaciones productivas y sociales y autoridades gubernamentales; siendo ésta quien define las políticas y directrices de la institución, designa y remueve al director general, y aprueba el programa anual de trabajo y el presupuesto asociado. Por su parte, el Consejo Directivo se encarga de conocer y opinar sobre los programas de trabajo y los informes que propone el Director General a la Asamblea General. El Director General del CENEVAL para el periodo 2018-2020 es Rafael López Castañares, doctor en química (Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior 2017).
¿Cómo son los exámenes CENEVAL?
Respecto a su estructura, los exámenes elaborados por el CENEVAL son similares. Se trata de un procedimiento estandarizado de evaluación que pretende proporcionar información acerca del potencial de los aspirantes para tener un buen desempeño en estudios de tipo medio superior (EXANI-I), superior (EXANI-II) y posgrado (EXANI-III), evaluando las aptitudes académicas de las y los aspirantes, a través de conocimientos y habilidades numéricas, verbales y no verbales en las áreas de pensamiento matemático, pensamiento analítico, estructura de la lengua y comprensión lectora, añadiéndose metodología de proyectos e inglés para el caso del ingreso a posgrado (EXANI-III). Para el caso del EGEL, su estructura varía un poco, intentando identificar en 2 o más sesiones si las y los egresados de la licenciatura en cuestión cuentan con los conocimientos y las habilidades necesarias para iniciarse eficazmente en el ejercicio profesional organizado en áreas, subáreas y aspectos por evaluar que corresponden a los supuestos ámbitos profesionales en los que se desenvuelve ( (Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior s.f.).
Como se puede ver, los exámenes del CENEVAL consisten en una serie de preguntas de opción múltiple que incluyen algunos reactivos a prueba y otros pocos de control, teniendo cada uno de los reactivos solo una respuesta correcta inequívoca, diseñado para ser contestado en 2, 3 y 4 horas y media, respectivamente. Al respecto, cabe recordar lo que explicaba Deodoro Roca sobre este tipo de exámenes, los cuales, a su juicio, terminan siendo un juego de azar en el que “intervienen factores tan extraños al conocimiento como lo son la audacia, la agilidad memorativa, la seducción verbal”. Al final del examen, lo que se aprendió, o mejor dicho, lo que se memorizó, será con el tiempo olvidado. “Las pruebas de un alumno deben durar toda su infancia, toda su adolescencia. Y unos años, no unos minutos” (Roca 2002).
El CENEVAL y la exclusión educativa
Por más que el CENEVAL pretenda que sus exámenes evalúen perfiles de conocimientos, habilidades y competencias, resulta imposible que este tipo de test estandarizado de opción múltiple y superficial pueda evaluar las habilidades y conocimientos que las y los aspirantes adquirieron en su paso por la educación básica, media superior y superior, según sea el caso; por lo que son los criterios del CENEVAL los que terminan por imponerse a las evaluaciones realizadas durante años de escolaridad y el certificado omitido por las autoridades educativas al momento de designar quién es apto y quién no para ingresar o egresar del nivel medio superior, superior y posgrado.
De esta forma, el CENEVAL con los EXANI I, II, y III cumple con un papel crucial en la política de restricción en los niveles de educación media superior, superior y posgrado, regulando el ingreso a la educación media superior, superior y posgrado y estableciendo filtros entre la demanda y las instituciones educativas. Al mismo tiempo, con el EGEL se depura la matrícula y reduce el número de “verdaderamente graduados”, ya que sólo uno de cada 10 personas logra obtener su título por este medio ( (Aboites, El perfil educativo de México para el siglo ventiuno 2001).
En realidad el CENEVAL, más que garantizar la calidad, lo que hace es administrar los lugares disponibles en las universidades públicas frente a su enorme demanda que tienen. Así, en México hay 30.6 millones de personas que conforman la población joven de entre 15 y 29 años, según datos del INEGI; la matrícula de las instituciones de educación superior pública es de 2 millones 814 mil 568 distribuida en 968 IES, siendo rechazados 400 mil aspirantes en promedio anualmente; lo anterior significa que, aproximadamente, solo 1 de cada 11 personas en edad de acceder a la educación pública superior aspira a ingresar a alguna IES pública, y solo 3 de cada 10 de éstas y estos aspirantes logran ingresar. Entonces, el CENEVAL, junto al cobro de cuotas, las acreditadoras y otros mecanismos que forman parte de las políticas de exclusión en las universidades públicas, está encargado de que sólo un pequeño porcentaje de la población tenga acceso a la educación pública superior.
Lo anterior se comprueba al observar el comportamiento de la matrícula de nuevo ingreso en las IES públicas a partir de que el CENEVAL se consolidó como el organismo privado encargado de la elaboración de los exámenes únicos de ingreso a la educación superior. Primero, en 1996, se aplicó el Examen Metropolitano, exclusivo para instituciones de la Ciudad de México y su zona metropolitana como la UNAM y el IPN, dos de las IES públicas con mayor demanda en todo el país; el resultado fue que causó un impacto negativo en la matrícula de nuevo ingreso, teniendo la UNAM un porcentaje anual de 93% de aspirantes rechazadas y rechazados, mientras el IPN rechaza a 77% de las y los aspirantes, al tiempo que otra universidad de la región, la UAM, rechaza a 90% de sus aspirantes. Lo mismo sucederá en las IES públicas en todo el país, sobre todo a partir del 2000 cuando el CENEVAL prácticamente monopoliza la elaboración y aplicación de exámenes de ingreso a la educación pública superior.
Como puede verse, el hecho de estudiar y prepararse para un examen CENEVAL no garantiza ser admitido en la educación superior, más aun considerando el sistema de competencias en el que se introduce a las y los aspirantes. Así, el quedar aceptado o no en alguna de las carreras que se ofertan en las diferentes IES públicas depende más del cupo disponible en la carrera deseada y del número de aspirantes contra los que se compite, llegándose a rechazar miles de estudiantes que lograron tener un alto desempeño en el examen de admisión, pero que, debido a la alta demanda en carreras como medicina, arquitectura, psicología y otras carreras fueron rechazadas y rechazados.
El CENEVAL y la discriminación socioeconómica
Con el CENEVAL como un medio de control para el flujo de ingreso y egreso, se impone la idea a las y los aspirantes de que es su incapacidad de pasar el examen lo que le impide ingresar al nivel medio superior, superior o posgrado, cuando en realidad es la posición socioeconómica, la falta de recursos o la limitación de espacios lo que termina siendo determinante. ¿Cómo se explica esto?
En un informe presentado por el CENEVAL en 1997, el organismo privado reconoce que “se observa en términos generales que a mayor ingresos familiares se obtiene un mayor porcentaje de aciertos” al tiempo que aquellas y aquellos aspirantes procedentes de regiones rurales o indígenas tuvieron un menor puntaje que quienes procedían de regiones urbanas; igualmente, los varones tienen un mejor desempeño en los exámenes que las mujeres (Aboites, El derecho a la educación en México: del liberalismo decimonónico al neoliberalismo del siglo XXI 2012).
Lo anterior tiene que ver con la estructura estandarizada que tiende a homogeneizar a las y los aspirantes, sin considerar las particularidades de cada aspirante. Al tratarse de exámenes estandarizados, no reconoce las diferencias en cuanto al tipo de educación que reciben las y los aspirantes, si se proviene de una institución pública o privada, si se cursó un bachillerato propedéutico o de bachillerato tecnológico, si se proviene de un entorno rural o urbano. Al final, los principales afectados de este proceso son las mujeres, los indígenas y las personas de escasos recursos económicos, aquellos que se consideran los menos talentosos, mientras los de mejor posición económica tienen un mayor porcentaje de aciertos, según estudios del mismo CENEVAL.
No es extraño entonces que solo tres de cada cien personas matriculadas en la educación superior sean indígenas y muy pocas llegan a egresar, a pesar de que el 10% de la población mexicana pertenece a este grupo social, esto debido a que muchos de las y los indígenas hablan únicamente su lengua natal, además de las condiciones de pobreza y desigualdad en las que viven. Luego, aunque casi la mitad de la matrícula de la educación superior son mujeres (49.9%), muchas de ellas son excluidas de la educación superior, sobre todo ante los perfiles y parámetros impuestos por el CENEVAL y el sistema educativo en general, donde el mayor porcentaje de mujeres se encuentran en carreras de ciencias de la salud y educación como enfermería, nutrición, salud pública, terapia y educación preescolar, carreras asociadas al rol femenino bajo la visión heteropatriarcal que predomina en el sistema educativo; por otro lado, las mujeres son excluidas de carreras como ingenierías, tecnologías y ciencias agropecuarias como arquitectura, computación y sistemas, tecnologías de la madera y la mayoría de las ingenierías. Por supuesto, la posición socioeconómica, los ingresos familiares y la residencia en zonas urbano marginales también juegan un papel determinante al momento de presentar las evaluaciones del CENEVAL.
El CENEVAL como monopolio: negocio redondo
Por más que se presente como una asociación civil “sin fines de lucro”, detrás del CENEVAL hay un gran negocio y un medio de control político sobre las universidades públicas. Desde su fundación hasta el 2016, el CENEVAL ha aplicado 8 millones 501 mil 352 EXANI-I, 3 millones 526 mil exámenes del Concurso Metropolitano, 9 millones 507 mil 466 EXANI-II, 312 561 EXANI-III y 1 millón 621 mil 785 EGEL (Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior 2017). Cada uno de los exámenes tiene un precio unitario que ha ido variando desde 1994, aumentando año con año. Así, en el 2010 se pagaban 135 pesos por el EXANI-I y II, y 345 pesos por el EXANI-III, mientras que el EGEL tenía un costo de mil 90 pesos; para el 2016 los precios eran de 180, 184 y 464 pesos respectivamente, aumentando de precio los EXANI entre 33 y 36 por ciento, mientras en el EGEL el aumento fue de 66 por ciento. Al final, hasta el año 2016, el CENEVAL había recaudado más de 4 mil 306 millones 769 mil 625 pesos, esto tan solo por la elaboración de los EXANI I, II y III y los EGEL, a lo cual habrá que agregar gastos de aplicación, gastos de asesoría técnica-metodológica y diseño técnico, al igual que otras pruebas y evaluaciones aplicadas, acreditación de programas, entre otros rubros.
TIPO DE EXAMEN | PRECIO UNITARIO | CANTIDAD
|
INGRESO | |
2010 | 2016 | |||
Examen Nacional de Ingreso a la Educación Media Superior (EXANI-I) |
$135 |
$180 |
8,501, 352 |
$1,147,682,520 |
Examen Nacional de Ingreso a la Educación Superior (EXANI-II) |
$135 |
$184 |
9,507,466
|
$1,283,507,910 |
Examen Nacional de Ingreso a Posgrado (EXANI-III) |
$345 |
$464 |
312, 561 |
$107,833,545 |
Examen General para el Egreso de la Licenciatura (EGEL) |
$1090 |
$1,820
a $3,010 |
1,621,785 |
$1,767, 745, 650 |
Fuente: Catálogos de Costos por Servicios CENEVAL 2010 y 2016. El ingreso fue tomado a precio del 2010.
Con esto queda más que claro el negocio redondo que la mismísima SEP ha entregado en charola de plata al CENEVAL, quien prácticamente se ha enriquecido con la elaboración de evaluaciones, aunado al hecho de que no existe un organismo público o privado que dispute el control de ingreso y egreso a la educación superior.
Por otro lado, el costo de los exámenes CENEVAL ha sido cubierto por las familias de las y los aspirantes a través de cuotas de recuperación que incluso las IES públicas cobran. Cabe mencionar que la mayoría de las y los aspirantes provienen de familias humildes y de bajos recursos, por lo cual sus familias deben hacer un esfuerzo extra para cubrir los gastos generados por el CENEVAL.
Consideraciones finales
Como se pudo observar, el CENEVAL forma parte de todo un conjunto de mecanismos que integran parte de las políticas de exclusión educativa a nivel público superior. Al examen único de admisión hay que agregar otros factores integrantes de las políticas de ingreso excluyentes, como el cobro de cuotas, las acreditadoras que reducen la matrícula y el modelo de competencias impuesto en las universidades públicas.
La existencia puede entenderse como parte de la tendencia neoliberal a fomentar la privatización de servicios públicos como el de la educación, esto ante la introducción de un modelo educativo tecnocrático empresarial, mayormente administrativo, lo cual se refleja en la estructura del CENEVAL. Al mismo tiempo, utilizar un test de opción múltiple, superficial, estandarizado y discriminatorio como el único criterio para determinar si se accede o no a la Educación Media Superior y Superior, conlleva el hecho de negarle el derecho a la educación a las y los hijos del pueblo trabajador, al tiempo que mercantiliza y privatiza a las universidades públicas, dado que se trata de un organismo privado que interviene directamente en la vida orgánica de las IES públicas al controlar el flujo de ingreso y egreso; luego, con el alto porcentaje anual de rechazadas y rechazados y el fomento de la deserción, obliga a que las y los estudiantes busquen otras opciones principalmente en las instituciones de educación superior privadas, esto ante el aumento de la demanda y el reducido número de IES públicas.
Frente al CENEVAL, han surgido paralelamente diferentes movimientos estudiantiles a lo largo y ancho del país, como el Movimiento de Aspirantes y Excluidos de la Educación Superior (MAES) en la Ciudad de México, el Colectivo Universitario de Educación Popular (CUEP), en Puebla, o el Movimiento de Aspirantes y Rechazados en Michoacán, por mencionar algunos; los cuales han exigido a sus autoridades universitarias que se deje de aplicar el examen CENEVAL como método para ingresar a las universidades públicas, dada su ineficacia más que comprobada. La presión ejercida desde estas organizaciones ha generado que algunas universidades decidan declinar la aplicación de exámenes CENEVAL, como es el caso de la UMSNH en algunas facultades, aunque se conservan los exámenes de ingreso diseñado por profesores e investigadores de la misma universidad, con lo cual no garantiza que el examen aplicado deje de lado la estructura homogénea, estandarizada, discriminadora, y como tal, fomentadora de la exclusión educativa que tiene el CENEVAL.
Dicho lo anterior, se debe impugnar por que respete el derecho a la educación superior para todas y todos los aspirantes, dando prioridad a las hijas e hijos del obrero y del campesino que, con sus impuestos, ya han pagado la educación de las y los jóvenes. La educación es un derecho, no un privilegio, y se deben dejar de lado aquellas políticas de ingreso que provoquen los altos índices de exclusión educativa, como lo son los exámenes de ingreso. Se deben buscar mecanismos que garanticen el ingreso a una educación pública superior, en vías de constituir universidades públicas, incluyentes, críticas, gratuitas y populares, donde todas y todos aquellos que lo deseen, puedan gozar de este derecho.