Emiliano Raya

Al más puro estilo del Teatro del Absurdo y como si de una puesta en escena de Samuel Beckett se tratara, el gobierno de Baja California ha hecho el ridículo nacional, e internacional, al ampliar la próxima gobernatura de 2 a 5 años. Cual comprometidos actores que siguen un guion al pie de la letra, los partidos electoreros en Baja California, representan una de las obras políticas más infames del estado.

Acto Primero

Para empatar y “ahorrar” en las elecciones, el Instituto Electoral del Estado de Baja California propone una reforma a la Ley Electoral para que el próximo periodo electivo, sea de DOS (2) años en todos los puestos de elección popular. La medida es aprobada y se hace la modificación, al artículo correspondiente de la Constitución Estatal.

Acto Segundo

Después de arrasar en las elecciones federales del 2018, el partido ahora en el gobierno hace lo que todo buen partido socialdemócrata, que se precie, debe hacer: puras pendejadas. Inicia un proceso interno para la selección de candidatas y candidatos plagado de opacidades, irregularidades y traiciones a sus bases. El proceso de elección, dirigido por la negra y gangrenada mano de Leonel Godoy Rangel, es tan sucio que da pena ajena. Las y los candidatos resultantes son tan repudiables, ajenos al movimiento social y popular e incluso contrarios a los intereses de las bases, que un número importante de éstas abandona de facto al partido.

Acto Tercero

Con Godoy y Bonilla a la cabeza, Morena Baja California empieza a tejer alianzas con connotados y connotadas priistas, y algunas panistas (como la diputada Bentley), para garantizar su triunfo en la elección. Más bases de Morena se indignan, dejan de operar trabajo de base y algunas buscan alternativas. Varios de las y los activistas de Morena se suman a la candidatura de Jaime Martínez Veloz, quien fue una de las víctimas de Godoy y Bonilla, pero ésta nunca logra despuntar.

Acto Cuarto

El enojo y desprecio de la militancia y simpatizantes de Morena a las y los candidatos del partido, se traduce en una pérdida alarmante de votos. De un año a otro (2018-2019) Morena pierde 547, 006 votos en Baja California. Aun así, las alianzas con operadores de otros partidos (sobre todo del PRI y del PAN), le garantizan al partido carro completo. Morena gana la gobernatura, las 5 presidencias municipales y la mayoría en el Congreso del estado. No obstante, el nuevo gobernado, Jaime Bonilla, quien desde el 2018 a la fecha ya había sido Senador y Delegado Federal, administrará al estado con la aprobación de menos del 20 por ciento del padrón electoral.

Acto Quinto

Sin legitimidad, sin cuadros políticos propios, sin respaldo de las fuerzas de base locales, el gobernador electo decide hacer lo que en su estulta cabeza parece una maniobra magistral: pide al Congreso del Estado modificar la Constitución y aprobar la ampliación de su mandato por 5 años, tres más que lo convenido al inicio de la contienda electoral.

Acto Sexto

Un desconocido e insignificante diputado local de Morena, Víctor Morán Hernández, fue el encargado de presentar la iniciativa, a todas luces diseñada por Bonilla, para que los bajacalifornianos “nos ahorremos” 800 millones de pesos. En una sesión nocturna y a puerta cerrada, con 21 votos a favor y un voto nulo, el Congreso de Baja California, con mayoría panista, aprobó modificar el Artículo 8 transitorio de la Constitución Estatal para que Jaime Bonilla pueda disfrutar de 5 años de mandato. Se acusa a las y los legisladores de recibir sobornos de 1 millón de dólares. El próximo gobernador, siempre pensando en los más desfavorecidos (JA), niega verse beneficiado por esta reforma y asegura que el verdadero ganador es el pueblo bajacaliforniano (JA, JA).

Acto Séptimo

La irregularidad y el cinismo del dueño de la franquicia de Morena en Baja California se eleva a nivel nacional. El país entero, su mismos compañeros y compañeras de partido sentencian el acto como una decisión aberrante y a todas luces ilegal. Incluso el presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, Porfirio Muñoz Ledo (morenista) propone desaparecer los poderes en la entidad ante la oprobiosa decisión. Solo una confundida y atarantada Yeidckol Polevsky respalda al nada confundido y si muy tranza Jaime Bonilla.

Acto octavo

El espectador no entiende qué pasa y se pregunta cómo es posible que alguien que todavía no gobierna, ya tenga sumido a la entidad en tan grande mierdero. La respuesta se le presenta evidente. El empresario televisivo de Bonilla, entiende que la gobernatura es un negocio, y como todo buen negocio es necesario alargar su vida por el mayor tiempo posible. Bonilla invirtió en la franquicia de Morena en Baja California y su inversión se tradujo en una gobernatura. Pero dos años son pocos para recuperar lo invertido, necesita más. Dos años no son suficientes para echar a andar la Cervecera Constelation Brands en Mexicali; ni para dejar operando a la Desaladora de Rosarito o para construir una avenida de cuota en Tijuana. En pocas palabras: dos años no son suficientes para endeudar y vender lo (poco) que dejaron en el estado 30 años de gobiernos panistas. Dos años no son suficientes para ver retornar con ganancias su inversión.

Acto noveno

Las autoridades federales le van a dar vuelta atrás a la amañada y corrupta decisión que tomó el Congreso Local. No hay ley, reglamento, jurisprudencia, lógica, argumento o mente sana que pueda avalar semejante estupidez. Sin embargo, es necesario recordarle al nuevo gobernador que en Baja California manda el pueblo. Es necesario visitarlo el 1 de noviembre en su toma de protesta y hacerle entender que los bienes públicos son propiedad de todos y todas. Que no puede hacer negocios con ellos. Que no lo vamos a dejar.