En estos días oscuros y violentos que han llegado a los países de nuestro continente, donde los candidatos conservadores de derecha han ganado elecciones presidenciales, Venezuela es uno de los pocos países que apuestan por un construir una sociedad más justa; donde los dueños de los mercados no sigan viviendo a costillas del pueblo trabajador, y donde la humanidad tenga garantizados sus derechos a un empleo estable, a la seguridad social, a la cultura y todo aquello necesario para vivir con dignidad.

Pero Venezuela también es el país con mayores reservas de petróleo en el continente. El gobierno de Donald Trump y la oposición venezolana de derecha encabezada por el ahora autoproclamado presidente J. Guaindó, ansían apropiarse de las ganancias petroleras; repitiendo una y otra vez la mentira de que es ilegítimo el triunfo electoral del presidente Nicolás Maduro.

Hay suficientes elementos para asegurar que las elecciones presidenciales del 20 de mayo de 2018 fueron libres, transparentes, confiables, seguras y ajustadas a la Constitución y a las leyes a pesar del llamado antidemocrático a la abstención por parte de un sector de la oposición de derecha.

Una y otra vez, la oposición de derecha, incapaz de ganar democráticamente las elecciones presidenciales, ha convocado a desconocer la voluntad política de las mayorías. En 2002 llevaron a cabo un golpe militar contra el presidente Hugo Chávez.

Años después fracasaron de nuevo en su intento por convocar a una Asamblea Constituyente para destituir constitucionalmente al presente Nicolás Maduro. Fracasaron también en lograr una mayoría absoluta dentro del Poder Ejecutivo para decretar la destitución de Maduro. Alentaron protestas violentas y acciones terroristas contra la población, asesinando a más de 26 personas prendiéndoles fuego; a lo que se suma el fallido magnicidio contra Maduro el 4 de agosto.

Ahora, los actos de un grupo de países y el vergonzoso papel de la Organización de Estados Americanos constituyen un nuevo y desesperado intento por aplicar una fracasada política de cambio de régimen, que no se ha podido imponer debido a la inquebrantable resistencia del pueblo venezolano y su voluntad de defender la soberanía nacional.

¡Viva el pueblo digno de Venezuela! ¡Alto al golpismo de la oposición de derecha y el intervencionismo gringo!