EN MORELIA, LA HARINERA HUELE A EXPLOTACIÓN

Los días en la ciudad de cantera por los rumbos del centro histórico guardan un olor muy peculiar que se arroja desde una planta principal de producción, el aroma del moler de la harina cobija a cada peatón, vecino y habitante de la zona. Poco nos hemos preguntado acerca de la planta, tal vez, a qué se debe que la ciudad esté atestada de tan característica esencia, pero poco nos podemos imaginar de lo que adentro de la planta de producción vivimos los trabajadores día a día. Si usted siente que el olor es fuerte y que incluso es molesto para cada vecino, imagine la peculiaridad de encontrarse más de 9 horas al día encerrado con lo que usted denomina molesto, puede ser insoportable. Sin embargo es la misma necesidad la mía y la suya las que nos tienen en este rincón blanco, donde el polvo glaseado nos cubre los ojos, la nariz y poco a poco se va metiendo en los pulmones.

Pienso que cada trabajador o trabajadora que al igual que yo, tiene una familia de la cual es responsable y busca la forma de sacarla adelante. Es por esto solamente que aguantamos la jornada ilegal de trabajo, el ritmo acalorado de estar cargando camiones con bultos de harina de 25 a 50 kilos cada uno con una mínima protección, es nada para los riesgos laborales que genera la Harinera. Imagine que sólo tenemos una faja, la cual te la dan después de al menos dos semanas de empezar a laborar, si se extravía tienes que comprarla de tu paga al igual que la cofia y los cubre bocas que se te dan como equipo de “seguridad”. Dígame si esto no es una burla para mí y mis compañeros y compañeras de trabajo.

El sueldo por poner nuestra vida en este peligro no vaya a creer que es la gran cosa, nos pagan por día 160 pesos, con posibilidad de hacer horas extra. Pero ojo, las horas extra son pagadas como una hora normal trabajada, cuando deberían de pagarse al doble según lo estipulado en la Ley Federal del Trabajo. En todo lo demás las condiciones no cambian, son condiciones ilegales en las cuales laboramos, no cumplen con los requisitos para que un trabajador pueda laborar con los menores riesgos, están poniendo nuestra salud y nuestra vida al borde del acantilado. Pero también en riesgo la vida digna de nuestra familia, la posibilidad de que mi hijo y mi hija se eduquen, que puedan realmente ser personas que abonen a resolver las problemáticas sociales.

No sólo el país va en picada con la miserables reformas que impulsa el gobierno, tratando de priva-tizar la educación, quitándonos el seguro social, ya nos quitó derechos a los trabajadores y trabajado-ras con su chingada reforma laboral en 2012, el pe-so está en el suelo, ya están subiendo los precios en el súper y el mercado, sino que también el patrón en la empresa nos paga un sueldo miserable que tan sólo alcanza para lo más básico que ocupa mi familia, comer y vestir y estar bajo un techo rentado a las orillas de la ciudad. Si no se nos paga lo que trabajamos nos están quitando nuestro derecho a una vida digna y esto no lo podemos seguir permitiendo.

¿Qué salida nos queda cómo trabajadores y trabajadoras? La única respuesta a todo esto es la unión entre nosotros, la organización, prepararnos día a día para exigir en conjunto nuestros derechos, los que nos han arrebatado vilmente y que han sido conquistado por la lucha de los anteriores movimientos de trabajadores a los largo de nuestra historia. Que no descanse el patrón si nosotros no descansamos, que no se haga rico con los que nos roba, que aseguren nuestra salud, nuestra vida, la vida de mi familia con un porvenir fructífero.

Entonces ahora conoce un poco más de lo que pasa en la ya famosa Harinera, ese olor molesto que respira día a día es el de la explotación de los trabajadores y trabajadoras, si queremos que nuestra ciudad tenga una mejor esencia no hay otra solución que terminar con la explotación.