Comité de Base Magisterial del  Movimiento de Izquierda Revolucionaria

 

 

Para muchos de nosotros es frecuente escuchar frases como “la reforma esta tronada” o “la reforma está muerta”, o inclusive frases  como “la reforma fracasó” o es un “fraude”. Sin embargo, las consignas con altas dosis de triunfalismo, que si bien puede servir como panfleto de agitación, no pueden sustituir el análisis riguroso y profundo de un ataque violento y complejo como lo es el tema del Modelo Educativo y la Reforma.

Si el objetivo verdadero de la reforma fuera “evaluar maestros”, “elevar el nivel educativo” y “mejorar la infraestructura escolar”; si la propuesta del Nuevo Modelo Educativo (NME) en verdad pretendiera “trasformar” el proceso de enseñanza aprendizaje y ampliar la capacidad cognitiva de nuestros estudiantes; no habría mucho que rebatir, las frases optimistas tendrían no sólo una utilidad propagandística, sino además, contarían con una clara y sintética certeza analítica.

Pero como es de nuestro conocimiento, ni la reforma pretendía mejorar el sistema educativo, ni el NME aspiraba a mejorar las didácticas o los procesos de aprendizaje del estudiantado, y mucho menos pretendía mejorar el desempeño docente. Por ello, desde este punto de vista las frases triunfalistas son huecas y peligrosas, porque pueden confundir al movimiento.

El dirigente revolucionario ruso, V.I. Lenin señalaba que cuando no se detecta inmediatamente porqué grupos o fuerzas o, conglomerados políticos o sociales, defienden determinadas consignas políticas, debemos preguntarnos: ¿a quién benefician? ¿a quién beneficia una fraseología optimista llena de retórica y demagogia?, ¿a quién beneficia un triunfalismo pedante?, ¿a quién beneficia un balance extremadamente positivo de la resistencia contra la reforma educativa y el modelo educativo? Estamos seguros que al movimiento no.

Las consignas triunfalistas olvidan que el centro de la Reforma Educativa era legalizar un conjunto de políticas educativas aplicadas desde 1992, por medio del Modelo Neoliberal de Educación, el cual consistía en:

  • Reducir los contenidos científicos y sociales de los planes y programas, para formar futuros trabajadores dóciles y manipulables;
  • Mercantilizar y privatizar el Sistema Nacional de Educación por medio de otorgar a la iniciativa privada el derecho de vender educación y subservicios educativos;
  • Reducir el gasto social en educación, por medio de la flexibilización laboral y el desfinanciamiento de los centros escolares;
  • Excluir a miles de jóvenes estudiantes y profesores de las aulas, como una forma de reducir el gasto social.[1]

Sin embargo, solo para ejemplificar un poco lo anterior y demostrar que el modelo neoliberal de educación sigue avanzado, es importante observar el comportamiento de la matrícula de educación pública (primaria y secundaria), que como lo demuestras las siguientes gráficas, ha reducido su peso proporcional en contraste del incremento de la educación privada.

Es claro que la reforma nunca fue pensada por las élites políticas y económicas como una medida de innovación, mejoramiento o ampliación del sistema educativo, sino como una medida que permitía imponer un sistema profundamente antipedagógico, antilaboral y antisocial, y con ello seguir mercantilizando la educación.

Hemos dicho en otros momentos, que los verdaderos ideólogos y artífices de la Reforma y el Modelo Educativo son las cúpulas empresariales. Bastaría recordar que el mismo día que el secretario de Educación, Aurelio Nuño Mayer, presentaba la ruta y propuesta para la construcción del NME, la Confederación de Cámaras Industriales (Concamín) le dio el respaldo, argumentando que la propuesta presentada, “respondía a las necesidades y propuestas expresadas por el sector industrial mexicano.”  Ese mismo día, en las instalaciones de la Secretaría de Educación Pública, acudieron al acto protocolario la cúpula del SNTE, encabezada por Juan Díaz de la Torre, además de Claudio X. González de “Mexicanos Primero”, además de Marinela Servitje, de Compromiso Social por la Calidad de la Educación y de Grupo Bimbo.

Es claro que el interés de la cúpula empresarial es formalizar y profundizar un modelo educativo que genere mano de obra explotable, así como enormes ganancias por medio de vender educación.  Sin embargo, si este significativo hecho no basta, veamos algunos datos.

En el ciclo 2015-2016, la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos (CONALITEG) gastó un poco más de 2 mil millones de pesos en la compra de libros, que aunque contaba con una reducción de más 600 millones de pesos con respecto al ciclo anterior, siguió representando un cifra exorbitante. En el ciclo 2014-2015, la SEP gastó 2 mil 500 millones de pesos en dispositivos “digitales” para alumnos de educación básica. El gasto se realizó pese a que Joaquín Díez-Canedo, director general de la CONALITEG, señaló que un paquete completo de libros para un alumno tiene un costo promedio de 108 pesos, mientras una tableta puede alcanzar hasta 2 mil pesos, lo que representa, dijo, “20 años de libros”.

A lo anterior se le suman los 50 mil millones de pesos del programa Escuelas al Cien (Certificados de Infraestructura Educativa Nacional), que serán repartidos a 500 empresas constructoras por medio de la administración del Grupo Financiero Invex. Cabe señalar que este programa fue impulsado por el Instituto Nacional de la Infraestructura Física Educativa (INIFED), presidido por Héctor Humberto Gonzales de la Garza, bajo la mezquina lógica de que al atender a poco más de 30 planteles educativos, sus amigos empresarios generen enormes ganancias.

¿Quiénes son las empresas beneficiadas con este despilfarro? La Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (CANIEM), empresas como Iusacell o constructoras vinculadas a grupo Carso Infraestructura y Construcción (CICSA).

Si partimos de lo que realmente pretendía la reforma educativa, el escenario es otro: ¿Cuántas nuevas generaciones de maestros han perdido su plaza base desde que se aprobó la reforma? ¿Cuántos trabajadores de la educación ven peligrar sus jubilaciones? ¿Cuántos profesores de base han visto perder el derecho a seguridad social por la pulverización del ISSSTE? ¿Cuántas generaciones de estudiantes han sido víctimas de programas oscurantistas y didácticas domesticadoras?

Es claro que existe una posición política tras la fraseología triunfalista, más allá de la incapacidad teórica y la carencia de análisis. Lo que no dicen las posiciones triunfalistas, es que con sus consignas pretenden justificar una ruta conciliadora, desmovilizadora y entreguista, inclusive neocorporativa, disfrazada de una supuesta ruta legislativa, que por cierto, no cuestiona a los verdaderos artífices del sufriente magisterial y popular.

Las consignas en boga, son un síntoma de un fenómeno más profundo que para nadie es un secreto: el movimiento magisterial transita por una nueva etapa, la cual se caracteriza por el enquistamiento de una fracción sindical burocrática, oportunista y entreguista que responsabiliza a la base de la “inmovilidad” e ineficacia de los planes de acción. En esta nueva etapa es más que evidente el abandono premeditado de todo esfuerzo serio de educación y formación política de la base, el abandono de análisis rigurosos y objetivos; el rechazo a balances políticos del movimiento, por la condena y castigo hacia la combatividad y radicalidad de las bases, por la nula aceptación del método de crítica y autocrítica.

En una palabra, la nueva etapa del magisterio se caracteriza por una cúpula domesticada servil a Estado.  Basta observar los múltiples intentos de desmovilizar a la base, eliminar la combatividad o inclusive someter a votación la posibilidad de hacer análisis y balance; lo que es una completa aberración para un movimiento que se dice ser democrático ¿Dónde radica el poder de la base si no es en el derecho a cuestionar y opinar sobre el rumbo del movimiento?

 

Las causas

Aunque hay múltiples causas concretas, hay algunas que podemos generalizar y que los clásicos del marxismo han señalado. V.I. Lenin apuntaba en un texto titulado Marxismo y reformismos, escrito en 1913 que

Cuanto mayor es la influencia de los reformistas en los obreros, tanto menos fuerza tiene éstos, tanto más dependen de la burguesía y tanto más fácil le es a esta última anular con diversas artimañas el efecto de las reformas. Cuanto más independiente y profundo es el movimiento obrero, cuanto más amplio es por sus fines, más desembarazado se ve de la estrechez del reformismo y con más facilidad consiguen los obreros afianzar y utilizar ciertas mejoras.

El reformismo, que ahora aparece como reformar la reforma con la “ruta legislativa”, extravía al movimiento no solo porque pone en manos de fuerzas burguesas el futuro del movimiento, sino porque pacta con los enemigos de clase la independencia, renunciando a la combatividad  política de los trabajadores. Aquí es importante señalar otra reflexión de Lenin.

Cuando la burguesía liberal concede reformas con una mano, siempre las retira con la otra, las reduce a la nada o las utiliza para subyugar a los obreros, para dividirlos en grupos, para eternizar la esclavitud asalariada de los trabajadores. Por eso el reformismo, incluso cuando es totalmente sincero, se transforma de hecho en un instrumento de la burguesía para corromper a los obreros y reducirlos a la impotencia. La experiencia de todos los países muestra que los obreros han salido burlados siempre que se han confiado a los reformistas

Hoy las burlas de la burguesía son descaradas, y con declaraciones como “el estado está quebrado” o “no hay solvencia financiera para cumplir los compromisos con el magisterio”, no solo ofenden al trabajador, sino que justifican su descarada corrupción.

Los tiempos están cambiando con profundidad, es necesario que el movimiento este a la altura histórica para seguir existiendo. Hoy las voces entreguistas y charras al seno de nuestro movimiento, le apuestan al cansancio, desgaste y desmoralización de la base por medio de pactos y firma de minutas.  Nosotros debemos apostar a la educación y formación política, a fomentar la combatividad y evidenciar a los charros que pretenden entregar el movimiento. Es el tiempo de combatir al charrismo sindical enquistado en la Sección XVIII.

[1] Los detalles de estos puntos pueden consultarse en el periódico ROJO número 28, titulado “El debate sobre el modelo educativo”.