Comisión Central de Formación Política del Movimiento de Izquierda Revolucionaria

Desde los criminales hechos contra los estudiantes de la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, de Ayotzinapa, se han evidenciado a nivel nacional las decenas de crímenes de lesa humanidad contra la población: desapariciones forzadas, entierros en fosas clandestinas, feminicidios, asesinatos extrajudiciales, extorciones, desplazamientos, ocupación ilegal de tierras, etc.  Nadie duda de la brutalidad de estos crímenes, sin embargo, lo que se pone en juego es la explicación del origen y objetivos de este fenómeno de violencia sistemática contra el pueblo de México, es por ello que en la actual coyuntura han surgido, reforzado y difundido nociones como las del Estado Fallido, Estado Mafioso o Narco Estado para explicar e intentar entender los crímenes de Estado. Asumir una de estas nociones para explicar los atroces actos contra los normalistas de Ayotzinapa tiene implicaciones políticas de cardinal importancia, ya que de apropiarse y asumir su contenido se desprenden programas y propuestas políticas particulares.

Es por ello que en los siguientes apartados revisaremos algunas de estas nociones, así como sus limitaciones teóricas, con el objetivo de confrontar la caracterización y los programas y tácticas políticas que de ahí se desprenden.

Estado Fallido y Estado Mafioso

Para algunas organizaciones e intelectuales la evidente complicidad de las corporaciones policiacas y militares con los grupos de paramilitares; la colusión de diputados, gobernadores y presidentes municipales con el crimen organizado; los pactos oscuros y acuerdos criminales entre los diferentes partidos políticos electorales para evadir sus responsabilidades y complicidad respecto de los crímenes de Estado, son producto de fallas, omisiones, ineptitud o incompetencia de los gobiernos.

Es por ello como en los últimos años hemos escuchado a intelectuales democrático- burgueses, como Sergio Aguayo, Denis Dresser, Edgardo Buscaglia, analizar el tema de la corrupción del gobierno y la intromisión del narcotráfico a partir de caracterizar al Estado mexicano como un Estado Fallido o un Estado Mafioso.

Para Sergio Aguayo, desde el 2009 el estado mexicano mostraba características y expresiones de un Estado Fallido, ya que en “en muchas ciudades e instituciones la presencia del Estado es testimonial”, Aguayo refería a la presencia y pleno control de vastos territorios por el narcotráfico, pues para Aguayo el término Estado Fallido, define a Estados que perdieron el control sobre partes del territorio, que vieron achicarse su monopolio sobre el uso legítimo de la fuerza o que son incapaces de proporcionar servicios públicos adecuados. Cinco años después, Sergio Aguayo afirma en una entrevista con la periodista Carmen Aristegui el 23 de enero de 2014, que sin duda, refiriéndose al tema de las Autodefensas en Michoacán y al gran poder de fuego de los cárteles de la droga, que el Estado mexicano es débil, insinuando que estamos ante un posible Estado Fallido. La tesis de que el Estado es uno Fallido es retomada como punto de partida de su análisis de la represión en Iguala contra estudiantes normalistas, con el objetivo de explicar la complicidad de las instituciones gubernamentales ante los crímenes.

Por su parte Edgardo Buscaglia señalaba en una entrevista el 14 de mayo de 2012 que, México “va hacia un abismo de colapso institucional… México tiene vacíos de Estado dentro de su propio territorio… hay zonas territoriales de estado fallido, va hacia eso, va hacia expansiones territoriales de Estado fallido”. Buscaglia ejemplifica con la actuación impune de los cáteles del narcotráfico o con que pedazos del Estado mexicano pertenecen a la delincuencia organizada. Sin embargo, en los últimos meses Buscaglia ha girado su caracterización, pues ya no considera que exista un Estado Fallido producto de un gobierno débil, sino un Poder Mafioso que es la expresión de una Delincuencia Organizada de Estado cuyo fundamento es un “pacto de impunidad”. Es por ello que Buscaglia señaló el 27 de noviembre de 2014; “Y no hay que confundir el Estado mafioso con un Gobierno débil”, o el 14 de noviembre que indicó: “Los vínculos entre la delincuencia y la política en México se dan a nivel federal, estatal y municipal, porque es fácil que criminales sean colocados como candidatos… hay una delincuencia organizada de Estado”

La caracterización de México como un Estado Fallido o Estado Mafioso, supone que el Estado Burgués es “irrelevante” en zonas del país o que se corrompió al ser infiltrado por el narcotráfico o crimen organizado, lo que deriva en una debilidad institucional, además de la suplantación y sustitución de funciones del Estado por fuerzas del crimen. La conclusión a que se llega en ambas caracterizaciones es que el Estado recobre su fortaleza, tenga nuevamente el control completo del territorio de la nación y legitime la legalidad y fortalezca las instituciones desde abajo, es decir: se restablezca el pacto social y se fortalezca su vocación democrática. Como señalaría Busclaglia: “La sociedad mexicana debe recuperar el estado. El Estado es tuyo, no es de los mafiosos”.

Existen graves errores, como veremos líneas abajo, no solo teóricos sino también políticos, en la conceptualización del Estado Mexicano como uno Fallido o Mafioso. En el caso de la noción de Estado Fallido, uno de los problemas es que esta caracterización es usada por el gobierno de Estados Unidos para referirse a los Estados que requieren de su “colaboración” o “intervención” para restablecer el orden “democrático.” En este sentido, el calificativo de México como un Estados Fallido implícitamente conlleva que las elites aliadas al imperialismo, justifiquen la intromisión norteamericana en asuntos de seguridad nacional o inclusive una ocupación norteamericana, abierta o velada, en territorio nacional como medio para restablecer las “instituciones democráticas” y sus intereses en la región.

No es casual que en 2009 el gobierno norteamericano designó a Carlos Pascual embajador en México, experto en Estados Fallidos, cuyas tareas se desarrollan por medio del Consejo Nacional de Seguridad y en la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID), herramienta clave del imperialismo para profundizar su injerencia en América Latina, desestabilizar gobiernos enemigos, financiar golpes de estado, todo ellos disfrazo de una organización filantrópica cuyo fin es la cooperación para el desarrollo. Tampoco es casual que desde hace algunos años hemos escuchado a altos funcionarios militares y de inteligencia norteamericana mencionar que en México existen ciertas características de un Estado Fallido, entre ellas destacan las realizadas por la ex secretaria de Estado Hillary que declaró el 8 de septiembre de 2009 que “la amenaza del narcotráfico se está transformando en algo semejante a una insurgencia, en la cual los capos controlan ciertas partes del país”. O que el 8 de febrero de 2011 el ex subsecretario del Ejército Joseph Westphal, que indicó que la posibilidad de que las bandas criminales controlen ciertas partes del país y que pudieran tomar el gobierno implicaría una respuesta militar estadunidense. O más recientemente, las declaraciones del actual secretario de Estado estadunidense, John Kerry, quien dijo que a su país le preocupa el surgimiento de autodefensas para enfrentar al narco y que están listo para intervenir.

De esta forma es que el término de Estado Fallido es usado por las autoridades norteamericanas, como sinónimo de la incapacidad del gobierno federal de enfrentar a los carteles, pero también como un sinónimo de incapacidad de control y gobierno de ciertas regiones del país, en cuya circunstancia la única forma de revertir este Estado Fallido seria mediante la colaboración, intromisión y ocupación militar norteamericana. Tal como expone Noam Chomsky en su libro, “Estados Fallidos; El Abuso del Poder y el Ataque a la Democracia”, en la política exterior norteamericana, la noción que se aplica en la generalidad para referirse a un Estado Fallido es aquella que refiere a los Estados que representan una amenaza para la seguridad interna de EE.UU. o de aquellos que “necesitan” de la intervención del imperio para superar las amenazas internas. En este sentido, el calificativo de México como un Estados Fallido podría justificar la extensión y profundización de la intervención militar norteamericana del territorio nacional.

La crítica a la teoría del Estado Fallido

Desde una perspectiva crítica a los intereses del imperio y al concepto de Estado Fallido, Carlos Fazio en reiteradas ocasiones ha planteado que esta noción representa la cabeza de playa para la militarización, paramilitarización y mercenarización del país (entendida como parte de un proceso para la instalación progresiva de un orden fascista) que puede ser la simiente de la hegemonía militar y económica que Estados Unidos en nuestro continente. Bajo esta perspectiva, Fazio señala que la situación de terror y caos son parte de una política de miedo que justifica la guerra contra el pueblo y una política claramente contra insurgente mediante la existencia y uso de grupos de limpieza social vinculados a grupos paramilitares y narco paramilitarismo.

Para James D. Cockcrof, México no es un Estado Fallido, más bien es un “Estado de Derecho Fallido”, pues cumple bien su tarea, dentro de las tareas del Imperio, ya que toda la propaganda de Washington sostiene la militarización de México con las metas de proteger los interesas de las empresas trasnacionales y los grandes bancos extranjeros que dominan la economía. En este sentido señala Cockcrof que la guerra contra el narcotráfico y la consecuente militarización del país, en realidad es una guerra contra la disidencia política, inmigrantes, pueblos originarios o cualquier elemento que pretenda bloquear el avance del gran capital y sus proyectos. Esta guerra contra el narcotráfico ordena un nuevo tipo de Estado, un Estado Policiaco Militar, señala James D. Cockcrof, cuyas estrategias comprenden una guerra de baja intensidad que combinan labores de inteligencia, acción cívica, guerra psicológica y control de población insertadas en una nueva fase imperialista, y que son diseñadas en cooperación de los funcionarios norteamericanos y los funcionarios mexicanos, tal como lo declaro el ex­-embajador norteamericano Calos Pascual, experto en estado Fallidos, y la secretaría de Seguridad Interior de EE.UU., Janet Napolitano en 2010. En este sentido la nueva fase de avanzada imperialista, concretada en la esfera de lo económico mediante las reformas neoliberales impulsadas por el TLCAN, el Plan Puebla-Panamá y la paulatina privatización de las Paraestatales de Energía y Petróleo, se sustenta políticamente en un Estado autoritario, cuyo soporte y justificaciones en la sociedad intenta ser impuesto mediante una campaña miedo y terror.

Por su parte el antropólogo Gilberto López y Rivas, señala que México está lejos de ser un Estado fallido. Lo cierto es que el Estado transnacional, mientras se sustrae de sus obligaciones sociales, no “falla” en sus tareas esenciales: a) Coerción y represión de las luchas sociales; b) Cambios en los marcos jurídicos internos para la extraterritorialidad de las guerras del imperio o la protección de sus fronteras e intereses estratégicos; c) Rescate de los capitalistas en las crisis recurrentes y cada vez más profundas. Así, Estado se fortalece en gran medida los aparatos represivos que por naturaleza son violadores de los derechos humanos.

De esta forma las nociones de Estado Fallido y Estado Mafioso esconden algo fundamental, que la economía criminal, representada por el tráfico de armas, droga o personas, representan un circuito necesario de la acumulación del capital, que engrasan circuitos “legales”  de acumulación de capital, nutre las ganancias de la oligarquía financiera, que están en crisis desde el año de 2008, y justifica la expansión de los interés imperialistas en México,  y es que las empresas nacionales y transnacionales utilizan la economía criminal para obtener millonarios beneficios y mantener estables o crecientes sus tasas de ganancias. Un ejemplo es que entre 2007 y 2012 se lavaron en sistema financiero mexicano 109 mil millones de pesos, cuyo origen era esencialmente el tráfico de droga. El estado sabe que los grandes beneficios de la droga van a parar de los banqueros y no ha sancionado a uno solo.

El error fundamental de la caracterización del Estado mexicano como un Estados Fallido o Mafioso, es que parte de la tesis teórica del pensamiento democrático-burgués y liberal que supone que el Estado representa al conjunto de la sociedad por igual. Este planteamiento reduce las funciones del Estado a la tutela del orden público y garante del respeto a las leyes contraídas colectiva y armoniosamente por los “hombres”. Es así como el orden político aparece en la sociedad capitalista como garante del derecho privado de los individuos. En este sentido, en la medida que el Estado no puede ser garante de las leyes, del derecho y del orden público, o la imposibilidad de proteger a sus ciudadanos de la violencia y cumplir a cabalidad el contrato social, en esta medida, para el orden liberal, existe un Estado Fallido o Narco Estado o un crimen organizado de Estado. Pero esto es rotundamente falso.

La insuficiencia teórica de la concepción liberal para explicar el tema del Estado, tiene su origen en la separación orgánica entre Sociedad Civil y Estado, es decir, una absoluta exterioridad entre el ámbito de lo privado y el ámbito de lo público. Sin embargo, esta exterioridad ha sido exhibida históricamente puesto que un régimen de esta naturaleza no ha existido jamás, “sino como hipótesis-limite, en el papel”, dice Gramsci. El contractualismo liberal, que supone normaría y mecanismos autorreguladores en la sociedad civil capitalista, no pueden prescindir de las intervenciones autoritarias y coercitivas, legales o ilegales, del Estado para preservar las lógicas e intereses del capital. Es por esto que el Estado capitalista sistemáticamente padecen un déficit democrático, pues nunca ha garantizado un régimen que proteja a todos sus ciudadanos de la violencia que supone la explotación, mucho menos ha garantizado el derecho nacional e internacional para los pueblos saqueados y expoliados por el imperialismo.

Intentar explicar los crímenes del Estado Mexicano a partir de este punto de vista, es equivocado en cuanto que dichos crímenes aparecerían como omisión, accidente o fenómenos aislados y ajenos del régimen político, lo que supondría que tienen solución con un fortalecimiento institucional o recetas similares.  Por ello desde la perspectiva liberal, el punto de partida es errado, por tres motivos: a) teóricamente omite que todo estado es producto de la contradicción de fuerzas y por tanto de la lucha entre las clases en pugna; b) históricamente, no se puede demostrar con ningún ejemplo que Estado ha surgido solo bajo los contratos colectivos y mutuo acuerdo entre gobernados y gobernantes; c) y políticamente, en la medida que se eliminaría la responsabilidad directa del Estado de los crímenes de lesa humanidad. Por lo anterior señalado, ante la actual coyuntura es fundamental explicar, desde una visión marxista y por tanto proletaria, porqué los crímenes de Estado, no representan omisiones o ineptitud gubernamental, sino consecuencias lógicas del régimen político de Estado burgués.