Dirección política del Movimiento de Izquierda Revolucionaria
El 18 de agosto del 2014 Enrique Peña Nieto promulgó las leyes secundarias de la Reforma Energética, con lo cual se operan las modificaciones a los artículos 25, 27 y 28 de la constitución.
Las nueve leyes secundarias, entre ellas, la Ley de Pemex, la Ley de CFE y la Ley de Hidrocarburos, permiten la apropiación de la renta petrolera por parte de las grandes empresas transnacionales, es decir se permite que las empresas privadas extranjeras se apropien de la riqueza y las ganancias que generan la extracción y comercialización de petróleo y gas, lo anterior por medio de los contratos de producción y utilidades compartidas o los contratos de exploración y explotación.
Sin embargo, lo que no se ha analizado con la misma intensidad es el papel que juega esta reforma mexicana respecto de los intereses norteamericanos en materia de seguridad energética. La omisión de esta arista del fenómeno es muy grave, pues los intereses de Washington fueron, en gran medida, uno de los elementos que determinó y formuló la esencia de la reforma energética.
La seguridad energética norteamericana
La seguridad energética de Estados Unidos consiste en garantizar lo que el ex-secretario de estado Colin Powell llamaría el futuro energético de Estados Unidos. En un paradigmático documento publicado en mayo de 2004 el Departamento de Estado de Estados Unidos, señalaría:Estados Unidos ha desarrollado y perseguido una política energética… orientada a asegurar su futuro energético. Estados Unidos necesita energía para alimentar su crecimiento económico y seguir siendo una fuerza motora de la economía mundial. Por lo tanto nos hemos propuesto explorar nuestros recursos internos y expandir y diversificar nuestros abastecimientos de energía de manera tal que apoyen el desarrollo, la democracia y la estabilidad mundiales.
En el mismo documento se indica que para lograr su seguridad energética, Estados Unidos debe aumentar la producción nacional de energía a la vez que busca nuevas fuentes, desde África hasta la región del Mar Caspio, también señala queel gas natural podría jugar un papel clave en la seguridad energética de Estados Unidos y otros países. El documento presentado por Colin Powell no fue, por supuesto, una ocurrencia. Desde entonces la política exterior de Estados Unidos en materia de energía avanzó mediante las guerras de Irak en 2003, la guerra del Líbano de 2006 o la ocupación en Libia en 2011 y la actual guerra en Siria.
En lo que respecta al papel de México en la política energética de Estados Unidos, el 21 de diciembre de 2012, a tres semanas de la toma de posesión de Enrique Peña Nieto, el Senador norteamericano Richard Green Lugar, redactó un extenso informe publicado por el Comité de Asuntos Exteriores dirigido a la Casa Blanca, con una valoración muy amplia y documentada de los escenarios para la reforma energética en México. En este documento se señala que “El gobierno de Estados Unidos estima que México posee “una de las más importantes reservas de gas shale en el mundo con más de 680 trillones de metros cúbicos… Muchas de las reservas de gas shale se ubican en las entidades colindantes precisamente con Texas. Lugar advierte que será más fácil la apertura del gas a inversionistas privados porque políticamente es menos sensible”. Es verdad, México ocupa el cuarto lugar mundial en reservas de gas shale o gas no convencional, solo por debajo de China, Estados Unidos y Argentina.
Las declaraciones del Senador Richard Green Lugar, no han sido las únicas que muestran los intereses norteamericanos sobre el sector energético mexicano. Como lo documenta el periódico La Jornada, el pasado 11 de abril en el Congreso de Estados Unidos por el ex embajador de ese país en México Carlos Pascual, el gobierno de Washington delineó la operación de un proyecto denominado Connect America, para que las empresas estadunidenses, desde la frontera con México hasta la Tierra del Fuego, puedan generar y distribuir electricidad a través de un sistema hemisférico, que representaría un negocio de 1.4 billones de dólares. En el apartado correspondiente a México, el documento destaca la reforma energética como una de las prioridades del gobierno de Enrique Peña Nieto –a pesar de que la iniciativa correspondiente se presentó cuatro meses después.
La necesidad de la seguridad energética de Estados Unidos radica en proteger el estilo de vida americano(american way of life) basado en el hiperconsumo, base de su crecimiento económico, de su modelo político y de su importancia en la economía mundial. Y es que Estados Unidos, pese a que alberga el 5 por ciento de la población mundial – 350 millones de personas de los 7 mil millones que vivimos en el planeta- consume el 25 por ciento de la energía que se produce en el mundo. Es decir, de cada 100 barriles de petróleo que se producen en el mundo los norteamericanos consumen 25; o de cada 100 metros cúbicos de gas que se extraen los gringos consumen 25.
Pero además, y como bien señala Adolfo Gilly, el acceso seguro de gas y petróleo para los Estados Unidos, garantizan la energía que requiere su industria militar y su política belicista y con ello, afianzan su poderío e influencia política en el mundo, así como el acceso a millonarias ganancias que serían dirigidas a las empresas petroleras que tienen sus casas matrices en Estados Unidos.
La reforma energética en México y la geopolítica de los energéticos
Quizás el lector se pregunte ¿qué tiene que ver la soberanía energética norteamericana con la reforma energética promulgada hace unos años en México? Pues mucho, o mejor dicho, casi todo.
La reforma energética permitirá la participación de empresas extranjeras en México, entre ellas Exxon-Movil y Chevron-Texaco, ambas de capital norteamericano, y con ello la apropiación y control de las reservas petroleras y gasíferas mexicanas por parte monopolios transnacionales de origen estadounidense. Manejar y ser dueño de los hidrocarburos mexicanos es una necesidad estratégica para asegurar el abastecimiento de energía a norteamerica, pues con el ascenso de la importancia económica y gasífera de los países rivales de Estados Unidos, como Rusia, Irán y Venezuela, Estados Unidos perdió el control de algunas de las regiones donde se encontraban las principales reservas de petróleo y gas, y con ello extravió el acceso seguro a los energéticos.
Por ejemplo, Rusia además de ser el principal proveedor de gas de Europa, cuenta con las mayores reservas de energía en el mundo -pues se estima que este país tiene 87 mil millones de barriles de reservas probadas de petróleo, mil 163 billones de pies cúbicos de reservas probadas de gas natural, 157 millones de toneladas de reservas probadas de carbón. Rusia se ha alejado de la influencia de occidente y ha construido un importante bloque de países productores de gas. Tal es el caso de su fuerte vínculo con Siria que es el principal centro de almacenamiento de gas de Europa y Asia; o con los países de Asia central y del Mar Caspio, como Irán y Turkmenistán, primero y cuarto en la lista con mayores reservas de gas natural en el mundo; o su influencia en Ucrania, que representa el principal corredor de gas de Rusia a Europa. Rusia ha desafiado abiertamente las políticas de Washington en las regiones de Asia, no sólo política y económicamente, sino inclusive militarmente. Como el caso del apoyo militar al gobierno sirio de Bashar al-Asad y a las brigadas pro-rusas en Ucrania; o la venta de armamento y tecnología militar a Irán.
En el caso de Irán, además de ser el segundo país con mayores reservas de energéticos, puesto que tiene 157 mil 000 millones de barriles de reservas probadas de petróleo y 1 mil 187 billones de pies cúbicos de reservas probadas de gas natural, controla militarmente el Estrecho de Ormuz, paso marítimo entre la península arábiga y la región de Próximo Oriente por donde transita el 20 por ciento del total del petróleo comercializado en el mundo. Las tensiones entre Irán y Estados Unidos llegaron a un nivel muy tenso en el año de 2011, después de las amenazas norteamericanas de invadir Irán para apropiarse de su riqueza energética, contra lo que el gobierno de Irán respondió mediante el desarrollo de su industria militar, como la creación de aviones no tripulados o la barrera de misiles que protegen las fronteras iranís.
Venezuela es el país con mayor cantidad de reservas de petróleo en el mundo, se estima que sus reservas ascienden a 297.600 millones de barriles de reservas probadas de petróleo, además cuenta con 196,4 billones de pies cúbicos de reservas probadas de gas natural y 479 millones de toneladas de reservas probadas de carbón. Desde el inicio de la Revolución Bolivariana en 1999, el gobierno de Venezuela se ha alejado abiertamente de Washington y ha fomentado un espíritu antiimperialista en los países de América Latina.
La perdida de la influencia de Estados Unidos en la política mundial ha amenazado su seguridad energética y con ello, los norteamericanos se vieron urgidos de expandir sus intereses energéticos a nuestros países.
Conclusión
La reforma energética no es una ocurrencia del tontuelo de Enrique Peña Nieto o de la mafia en el poder, como obtusamente reclaman algunos, sino es producto de la avanzada imperialista norteamericana en nuestro país. Así es, del imperialismo y su lógica inherente de conquista y saqueo de los pueblos. Los norteamericanos tenían planeando, por lo menos 10 años, la forma en que se apropiarían del control de los hidrocarburos mexicanos.
La reforma energética es la expresión en nuestro país de los intereses de la burguesía imperialista, que intenta a toda costa perpetuar sus privilegios a costa de la condenas a la miseria ecológica y económica al pueblo de México.
Así como es equivocado creer que traerá beneficios a México, es equivocado y muy limitado creer que es solo una decisión de la “mafia en el poder”. Hoy al igual que en 1938, año de la primera expropiación petrolera, la posibilidad de recuperar nuestra soberanía económica y energética, base de nuestra de soberanía política, se encuentra en la capacidad que tenga la clase trabajadora de nuestro país de luchar por un gobierno del pueblo trabajador y de un proyecto de nación abiertamente proletario.