El 5 de mayo el movimiento comunista internacional conmemora el bicentenario del natalicio de Carlos Marx, principal guía de la clase obrera y uno de los hombres más extraordinarios que ha visto la humanidad.  La grandeza de Marx  no solo se encuentra en haber dedicado cada día de su vida y cada minuto de su esfuerzo físico e intelectual, a luchar por la emancipación de la clase trabajadora, también se encuentra en su obra teórica y práctica que marcaron una ruptura en el desarrollo de la historia.

Marx era, ante todo, un revolucionario, tal como lo señala Federico Engels en el discurso pronunciado ante la tumba de su camarada en el cementerio de Highgate en Londres, el 14 de marzo de 1883:

Cooperar, de este o del otro modo, al derrocamiento de la sociedad capitalista y de las instituciones políticas creadas por ella, contribuir a la emancipación del proletariado moderno, a quien él había infundido por primera vez la conciencia de su propia situación y de sus necesidades, la conciencia de las condiciones de su emancipación: tal era la verdadera misión de su vida.                                      (Engels F. , Discurso ante la tmba de Marx).

Las contribuciones de Marx al movimiento obrero, por su importancia descomunal, son difíciles de resumir, pero bien podríamos partir de la idea expuesta por el mismo Engels cuando señala que sus principales aportaciones son el descubrimiento de la ley del desarrollo de la historia humana, así como la ley específica que mueve el actual modo de producción capitalista y la sociedad burguesa creada por él, fundamentos de la concepción materialista de la historia y bases del socialismo científico.

Es por ello que el desarrollo del pensamiento teórico de Marx sólo pude explicarse por medio de entender el desarrollo de sus convicciones políticas, íntimamente vinculas al contexto histórico que le tocó vivir. En palabras más precisas, es la lucha y militancia política influida por los grandes acontecimientos de la época, el hilo conductor que permite explicar el desarrollo de la vida y la obra de Carlos Marx.

El contexto del nacimiento de su obra  

Carlos Enrique Marx nació el 5 de  mayo de 1818 en Tréveris, ciudad de la región de Renania, Prusia (Alemania). Su familia era de origen judío, convertida al protestantismo en 1824, como un medio para evitar las vejaciones que sufrían los judíos en Renania desde su incorporación al Reino de Prusia. Por ese entonces, debido a la Revolución Industrial (1760-1830) y la Revolución Francesa (1789-1793) toda Europa adquiría una fisonomía fabril y una fuerte expansión de ideas liberales y democráticas.

Renania, ubicada en la frontera con Francia, no era la excepción, ya que contaba con un gran empuje industrial debido a su riqueza mineral y la gran accesibilidad de su transporte fluvial, además, su cercanía con Francia, le permitía tener una fuerte influencia de los intelectuales y publicistas liberales, quienes adquirían gran presencia en la vida política de Prusia.

 

 

De esta forma, la industrialización y propagación de las ideas liberales por todo Europa, sentaron las bases para que apareciera el proletariado revolucionario, el cual encabezaría distintos movimientos e insurrecciones populares, desde las sociedad de correspondencia, pasando por el cartismo, el luddismo, la insurrección de Manchester de 1819, hasta Revolución Francesa de Julio de 1830, la doble Insurrección de Lyon en 1831 y 1834, el intento de la toma el poder por el revolucionario francés Augusto Blanqui con la insurrección de Paris de 1839 y la Primavera de los Pueblos 1848.

Es por ello, que desde finales del siglo XVIII la presencia en la vida política de los trabajadores del campo y la ciudad iba en ascenso. Según David Riazanov en su estudio sobre el marxismo, señala que desde 1790 aparecieron las primeras organizaciones obreras revolucionarias, denominadas Sociedades de Correspondencia las cuales impulsaban la unión de los gremios (trade-uniones). En Inglaterra fue el zapatero Tomas Hardy y en Francia, el sastre  Francis Place los principales impulsares de estas sociedades. Como reacción al avance de las organizaciones obreras, de 1799 hasta 1824 en Inglaterra y Francia se promulgo la Ley de Prohibición de Asociaciones Obreras (Riazanov, págs. 16-18).

No obstante las restricciones, en 1815 el movimiento de los Luddistas, que culpaba a las máquinas de la pobreza sufrida por los obreros, cobró una gran fuerza.  Sin embargo, fue hasta 1824 que el movimiento obrero conquistó el derecho de reunión y asociación, lo cual dio un gran impulso a las organizaciones gremiales. El ascenso del movimiento obrero permitió que en 1837, Francis Place junto a Guillermo Lowett y Enrique Haserington, formaran la Asociación Obrera en Londres, quienes formularían por primera vez las reivindicaciones políticas de la clase obrera en un programa que recibió el nombre de la “Carta”. El cartismo, nombre que se dio a este movimiento, exigía el sufragio universal, la división del país en circunscripciones electores iguales, inmunidad parlamentaria, voto secreto, etc. (Riazanov, pág. 16).

Además de las tradeuniones, el cartismo, luddismo y el insurrecionalismo blanquista, en la década de 1840, en el seno del movimiento obrero se popularizaron propuestas idealistas sobre la emancipación obrera. Caracterizadas como Socialismo Utópico, estas doctrinas tienen la virtud de imaginar la creación de nuevas sociedades, pero la limitación de que no contaban con una concepción científica que les diera soporte ya que en la mayoría de los casos apelaban a la persuasión moral de los explotadores y la trasformación gradual de la sociedad por medio de la educación de todas las capas de la población. De esta forma aparecieron los sistemas de Robert Owen (1771-1858) en Inglaterra, y Henri de Saint-Simon (1760-1825), Charles Fourier (1772-1837) y Étienne Cabet en Francia (1778-1856).

Sin embargo, el gran auge del movimiento obrero no fue el único factor que marcaría el contexto del desarrollo de Marx.  Los fuertes debates  que se llevaban a cabo entre diferentes expresiones de la Filosofía Clásica Alemana, sería otra determinante de gran peso. No es casual que Federico Engels apuntara, “nosotros, los socialistas alemanes nos enorgullecemos de descender no sólo de Saint-Simon, Fourier y Owen, sino también de Kant, Fichte y Hegel” Aunque, como lo apunta David Riazanov, Engels no menciona a Feuerbach  (Riazanov). Las polémicas entre los distintos sistemas filosóficos, le darían a Marx herramientas para construir tanto la concepción materialista del mundo como el socialismo científico.

Marx retomara fundamentalmente las aportaciones de la dialéctica hegeliana y el materialismo de Feuerbach para construir una nueva concepción del mundo.

De la dialéctica especulativa de Hegel concebía al mundo como todo, como proceso en permanente movimiento y transformación. El movimiento estaba determinado por las contradicciones internas de las cosas, por la unidad y lucha de contrarios que  desgarraban su interior. La contradicción dialéctica para Hegel, implica que todas las cosas tienen fuerzas que las afirma y mantienen en el estado actual, a la cuales llamó tesis; pero  también, fuerzas que las niega que tienden a modificarlas, la antítesis. El resultado de lucha entre tesis y antítesis, entre las fuerzas que las conserva y otras que las destruyen, es la síntesis. Por ello, toda cosa fluye, todo cambia y nada permanece inmóvil. La dialéctica concibe al mundo como un estado de transformación y en constante desenvolvimiento.

La preocupación esencial de Hegel, era explicar el mundo tal cual divine. La tesis (afirmación), la antítesis (negación) y la síntesis (negación de la negación) son los tres momentos que explican el continuo desarrollo de las cosas. Sin embargo, el problema de Hegel, según Marx, es que su dialéctica es especulativa a no partir de la realidad sino de las ideas, sobre todo de la idea absoluta. Hegel deriva concepción de más conceptos, sin que estos  correspondan a la realidad, en todo caso, es la realidad la que debería coincidir con la teoría. Ello le llevo a Hegel a afirmar que el Estado prusiano era  y la religión era racionales.

Marx, retomara de la dialéctica el método y la concepción, pero la pondrá de cabeza por medio de usar el materialismo de Feuerbach, ya que este demostró que la idea absoluta de la que parte la dialéctica de Hegel, no es sino reedición de la explicación religiosa del origen del mundo. Para Feuerbach, la conciencia de esta idea absoluta (Dios) solo existe en la medida que primero existe la conciencia del hombre. Por lo que para la concepción materialista primero está el hombre terrenal, la materia y después, y sólo después, la idea, es decir. Es por ello, que no es Dios quien crea al hombre, es el hombre quien crea, por medio de su práctica y pensamiento a Dios, a su imagen y semejanza. De esta forma las leyes sociales, incluyendo la del Estado prusiano y la iglesia católica, son producto de la acción del hombre mismo.  Sin embargo, tal como lo expondrá en sus 11 Tesis sobre  Feuerbach, Marx cuestiona la idea del ser humano abstracto, sin historia, ya que el materialismo feuerbachiano, omite cómo es que las circunstancias históricas se modifican y con ello, como es que el ser humano se modifica a sí mismo. Por ello para Marx, el materialismo de Feuerbach, aunque es un gran paso adelante, es contemplativo y metafísico.

Este es el contexto del nacimiento e infancia de Marx. Uno, fuertemente marcado por la industrialización de Europa, la expansión de las ideas  liberales, el surgimiento del movimiento obrero en sus múltiples formas y un desarrollo profundo de la filosofía clásica alemana.

La juventud de Marx

Desde adolecente, en el pensamiento de Marx existe una gran preocupación por la humanidad, tal como lo demuestra en la carta dirigida a su Padre en 1835 al respecto de la elección de su profesión, con apenas 17 años escribe:

Pero la principal guía que debe dirigirnos en la elección de profesión es el bienestar de la sociedad y nuestra propia perfección. No debe pensarse que estos dos intereses puedan entrar en conflicto, que uno pueda destruir al otro; por el contrario, la naturaleza humana está constituida de tal modo, que sólo podemos atender a nuestra propia perfección trabajando por la perfección y el bien de los demás.

Después de terminar en Tréveris sus estudios de bachillerato, Marx se inscribió en la universidad, primero en la de Bonn y luego en la de Berlín, para estudiar jurisprudencia, historia y filosofía. En 1841 terminó sus estudios universitarios, presentando una tesis sobre Diferencia de la filosofía de la naturaleza en Demócrito y Epicuro.

Al regresar de la universidad, se mudó a la ciudad de Colonia, donde  se adhirió al círculo de los hegelianos de izquierda o jóvenes hegelianos, donde participaba junto a Bruno Bauer, Edgar Bauer y Max Steiner en la revista Anekdota. Como lo apunta Riazanov, esta corriente político filosófica se esforzaban por extraer de la filosofía de Hegel conclusiones ateas y revolucionarias, y al mismo tiempo contradecirlo. Igualmente, el biógrafo de Marx, David Fernbach, señala que la reacción de los jóvenes hegelianos ante el conservadurismo de Hegel, es porque este legitimaba todo lo existente mediante la aseveración de que lo real es racional, y especialmente la religión cristiana y la monarquía prusiana (Fernbach, 1979, pág. 16). La inclinación de los jóvenes filósofos por criticar a Hegel, se debe a la publicación en 1841 del libro de Ludwin Feuerbach, La esencia del cristianismo. Donde el autor, sustituye la idea hegeliana de la “idea” como principio activo del mundo, por el concepto de especie humana, dotando de terranalidad el origen de las ideas y las acciones del hombre. Es por ello que los debates de los jóvenes hegelianos se inscribían en la crítica filosófica sobre el derecho y el Estado, la conciencia jurídica y política alemana, la crítica de la religión y su relación con la emancipación política y humana.

Entre 1842-1843, Marx escribe para la Gaceta Renana, que contaba con unos ocho mil suscriptores. Desde el inicio Marx cuestionaba al parlamento de Renania por impedir la libertad de prensa, para ello echaba mano de la filosofía. Aún muy influenciado por la dialéctica especulativa de Hegel, en el periodo de la Gaceta Renana, Marx era un demócrata radical, preocupado por la censura prusiana y la emancipación política.

En 1842 Marx se acercaría a las ideas socialistas y comunistas por medio de la propaganda de Moses Hess y la publicación del libro de Lorenz von Stein El socialismo y el comunismo de la Francia contemporánea. Aunque  Hess  era partidario del utopismo de  Fourier y más tarde del “socialismo verdadero” alemán de Karl Grun, participaría años más tarde junto a Carlos  Marx  en la Liga (Fernbach, 1979, pág. 17).

En 1843, Marx se casa con Jeny von Westphalen, una aristócrata prusiana que desdeñaba el gobierno absolutista. Jeny, se convertiría en una importante interlocutora intelectual entre Marx y sus camaradas, ya que desde su matrimonio con Marx, lo cual le permitió alejarse de su reaccionaria familia, se convertiría una importante activista política, al grado der ser la primera mujer en estar afiliada a la Liga de los Comunistas.

Tras la censura y posterior cierre de la Gaceta en marzo de 1843, Marx se traslada a Paris.  Ahí junto con Arnord Ruge, edita el periodo los Anales Franco Alemanes (1843-1844). En los Anales, Marx publicaría textos de gran valor teórico.  El primero de ellos es La Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel, en el cual  Marx cuestiona la mistificación del Estado realiza por la filosofía hegelina, ya que este aparece como “idea de la razón moral”. Además, Marx denunciaba la inversión de las verdaderas relaciones entre el Estado y la sociedad civil. Según el estudio del filósofo Adolfo Sánchez Vázquez, las limitaciones en este escrito es que Marx aun no habla de clases social, sino de estamentos, además, las aspiración de la revolución socialista aun no aparecen, sino solo como la búsqueda de una verdadera democracia  (Vazquez, 2003, págs. 21-28).

Sin embargo, es en la misma Gaceta que Marx publicaría, la Introducción a la Critica de la Filosofía del Derecho de Hegel. Dando un gran paso adelante, Marx expone la emancipación humana como producto de la revolución radical con una clara connotación de clase, es decir, proletaria. Además, el concepto de proletariado se vincula a una determinada situación material y aparece la relación entre teoría y praxis como la alianza entre filosofía y proletariado y la realización de la filosofía (Vazquez, 2003, págs. 21-28).

En 1844 Marx también escribe para los Anales, el texto La cuestión Judía. El artículo es una contestación a otro filósofo hegeliano de la época, Bruno Bauer. Para Marx, el reclamo de emancipación  de los judíos se limitaba a la emancipación política, y no se correspondía con la plena emancipación humana, como pretendía Bauer. Marx contesta que el Estado laico y la emancipación política de todos los sectores de la sociedad civil de ninguna manera superan los límites de la misma sociedad civil, sino que favorece la adaptación más plena del Estado a ella. Mientras que la emancipación política de los judíos llevaría a la libertad de cultos religiosos, la emancipación plena del ser humano llevaría a la libertad de la religión.

Tras la lectura del Esbozo de la Critica a la Economía Política de Federico Engels (1844), que según Sánchez Vázquez (1978) representa el primer enfrentamiento contra la Economía Política burguesa debido a que Engels somete a una crítica las principales categorías de la economía burguesa desde una posición proletaria, además de que el autor pone de relieve la relación de justificación entre la economía política y la propiedad privada, Marx se introduce al estudio de Adam Smith y David Ricardo. Derivado de ello, pretende escribir una obra cuyo objeto sea la Crítica de la política y de la economía política, cuya primera parte seria cubierta por su trabajo  anterior, Critica de la Filosofía del Derecho de Hegel y la segunda por lo que se conocerían como los  Manuscritos Económico Filosóficos de 1844 (Vazquez, El joven Marx, los manuescritos de 1844, 2003). Si bien la obra no llego a completarse, los manuscritos, redactados en forma de borrador analizan los temas del salario, la ganancia, el capital y la renta de la tierra, y un tema que será de gran relevancia: el trabajo enajenado. Los Manuscritos son importantes porque en ellos Marx transita de la crítica político filosófica a la crítica de la economía política, pero además de que muestra una versión humanista del pensamiento marxista.

Casi al mismo tiempo en que Marx redacta los Manuscritos de 1844, también escribe junto a Engels, La Sagrada Familia, o critica a la crítica crítica. Contra Bruno Bauer y consortes (1844). En ella, Marx arremete contra la filosofía especulativa de los hermanos Bauer y los jóvenes hegelianos, quienes habían convertido la crítica en la principal arma de la transformación social. Según V.I. Lenin esta obra da un paso decisivo de la filosofía hegeliana al socialismo. La razón de tal afirmación es que Marx ratifica que la crítica de la filosofía del derecho, que dominaba la conciencia política alemana, deja de ser una crítica especulativa en cuando asume que la práctica es el arma principal. De esta forma, para Marx, la realización de la filosofía sólo aparece cuando encuentra un sujeto que se apropie de ella, una fuerza material, de ahí su famosa frase: la teoría se convierte en poder material tan pronto se apodere de las masas. Además reconoce que es el proletariado este sujeto histórico. Es en este sentido que Marx señala, la emancipación del alemán es la emancipación del hombre, la cabeza de esta emancipación es la filosofía, su corazón el proletariado. (Marx, 1958). La sagrada familia es el primero de muchos textos y análisis materialista que redactara junto a Federico Engels.

La crítica de Marx y Engels el aspecto mistificador de la filosofía dialéctica especulativa de Hegel y al materialismo metafísico de Feuerbach,  tenía dos objetivos, tal como lo señala Marx en el Prólogo a la contribución de la cítrica de la economía política de 1859, “contrastar conjuntamente nuestro punto de vista en oposición al punto de vista ideológico de la filosofía alemana; en realidad, a liquidar con nuestra conciencia filosófica anterior. Lo anterior se lograría en dos obras posteriores, una elaborada solo por Engels: Ludwig Feuerbahc el fin de la filosofía clásica alemana, y la segunda en conjunto, la cual recibiría el nombre de La ideológica alemana.   

Existe otro texto de gran importancia para entender la superación del marxismo respecto al materialismo idealista de Feuerbach. Las 11 Tesis sobre Feuerbach aunque publicadas en 1888 fueron escritas 1845, en ellas  Marx desarrolla una crítica al materialismo contemplativo de Feuerbach por considerarlo metafísico/idealista, y al idealismo alemán que reducía la acción práctica a la teoría. De esta forma Marx desarrolla tanto una epistemología, como una historia y antropología identificada con la acción práctica. Las tesis cierran con la lapidaria y conocida sentencia: los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo. Con lo anterior, Marx toma distancia definitiva de los hegelianos de izquierda, al considerar la acción práctica, en su interpretación social como acción política, supera así el criticismo de Bruno y Edgar Bauer y de Max Steiner, quienes a pesar de adoptar posiciones más radicales se abstuvieron de cualquier actividad práctica (Fernbach, 1979, pág. 17).

En 1845, tras el cierre de los Anales Franco Alemanes, Marx es exiliado a Bruselas por el primer ministro de Francia, François Guizot, ​ a petición del Rey de Prusia. En Bruselas, Marx se reuniría con comunistas también desterrados, como Moses Hess y Joseph Weydemeyer y algunos de los líderes de los cartistas. Ahí, junto a Federico Engels entre 1845 y 1846, escribió el primer texto donde se expone de manera amplia su concepción materialista de la historia: La ideología alemana. En este extraordinario texto, Marx y Engels reconocen que el desarrollo de la sociedad se debe al desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad, proceso que engendro la propiedad privada, la lucha entre las clases y la existencia del Estado, como expresión político practico de la clase dominante. También expone, que la lucha entre el proletariado y la burguesía es la última forma en que aparece la lucha de clases, y que las revoluciones sociales, expresión del desarrollo de dichas fuerzas productivas, conlleva inevitablemente a la dictadura del proletariado. Marx expone, la revolución no sólo es necesaria porque la clase dominante no puede ser derrocada de otro modo, sino también porque únicamente por medio de una revolución logrará la clase que derriba salir del cieno en que se hunde y volverse capaz de fundar la sociedad sobre nuevas bases (Carlos Marx y Federico Engels, 2006). Esta obra de gran riqueza teórica, Marx y Engels desarrollan temas como: la concepción materialista de la historia, la división del trabajo y formas de propiedad: tribal, antigua y feuda, el desarrollo de las fuerzas productivas como premisa material del comunismo, la competencia de los individuos y la formación de las clases, el papel de la violencia en la historia, la actitud del Estado y del derecho hacia la propiedad, las formas de conciencia social (Carlos Marx y Federico Engels, 2006).

El periodo de Bruselas y la crítica al socialismo utópico

Con la Ideología alemán y después de tres años de debates y la redacción de innumerables libros y artículos,  Marx salda cuentas con la dialéctica especulativa de Hegel, con el criticismo contemplativo de los hegelianos de izquierda y el materialismo metafísico de Feuerbach. De esta forma, con la superación de la Filosofía Clásica Alemana, Marx se concentrara en la organización del proletariado y discusiones con las diferentes formas del movimiento obrero.

Entre los años de 1846 y 1847 desde Bruselas, Marx se dedica a una doble tarea organizativa; por un lado, organiza la Sociedad de Educación Obrera, pero también a la construcción de una Sociedad de Correspondencia entre diferentes socialista de Inglaterra, Francia y Alemania en los cuales sobresalían destacados obreros como Guillermo Wolf, Weidemeyer, entre otros, además de la participación de Jeny Marx quien a partir de1846, dictaba conferencias y organizaba encuentros entre obreros.

La Sociedad de Correspondencia sería la base sobre la cual se formaría  la Liga de los Comunistas (Riazanov, págs. 58-60). En este periodo, Marx inicia sus debates contra la influencia del socialismo utópico en el movimiento obrero, especialmente contra Guillermo Weitling, Etienne Cabet y Josep Proudhon.

Weitling, a quien en un principio Marx profesaba un gran respeto por ser uno de los primeros artesanos revolucionarios, proponía un insurrecionalismo blanquista, despreciaba la labor de propaganda y educación de la clase obrera, arguyendo que las masas siempre estaban dispuestas a la revolución, siempre que hubiese jefes dispuestos (Riazanov, pág. 58). Marx, quien planeaba la realización de un congreso de unificación de todos los comunistas en 1846 en la ciudad de Verviers y para lo cual había entablado relación con los círculos vinculados  Weitling, rompe definitivamente, pues había concluido que lo mejor para el movimiento obrero era renunciar a todo socialismo apoyado únicamente en la buena voluntad (Riazanov, pág. 58).

La táctica de Cabet, entre los años de 1846-1847, consistía en hacer una intensa propaganda para que obreros viajaran a América y formaran una sociedad utópica comunista, tal como lo exponía en su obra de 1842, El viaje a Icaria. Tanto Marx como Engels, se oponían a estas ilusiones, por considerar que se distraía al movimiento obrero de lo realmente importante: la conquista del poder político.

Por su parte, Proudhon pregonaba un socialismo pequeñoburgués, el cual oponía la propiedad privada burguesa de los medios de producción a la propiedad del productor directo, artesano o campesino. Para Proudhon, la forma de salvar de la ruina a los pequeños propietarios era convertirlos en productores independientes mediante el ahorro y la compra de tierras y talleres. En su estudio sobre la vid de Marx, D. Fernbach expone:

Proudhon contrapuso la “organización del crédito”, a la “organización del trabajo” de Blanc, sosteniendo que la explotación sería abolida si los grupos asociados de trabajadores produjeran y comercializaran con base en préstamos ilimitados y sin intereses… Proudhon con un espíritu completamente pequeño burgués confundía el mercado libre con libertad en general (Fernbach, 1979, pág. 31)

De esta forma es como Proudhon renuncia a la revolución social basada en una acción de fuerza. En este sentido apunta en la carta dirigida a Carlos Marx el 17 de mayo de 1846.

Creo que no necesitamos de ello [revolución] para triunfar  y que, por consiguiente, no debemos fijar la acción revolucionaria como medio de reforma social, porque ese pretendido medio seria simplemente un llamado a la fuerza, a lo arbitrario, concretamente una contradicción. Para mí el problema  es así: hacer  entrar en la sociedad, por una combinación económica, las riquezas que han salido de la sociedad por otra combinación económica (Proudhon, 1987).

Estas ideas fueron expuestas en sus obras ¿Qué es la propiedad? de 1841 y Filosofía de la Miseria: Sistema de las contradicciones económicas, a la cual Marx respondió con su libro Filosofía de la Miseria de 1847. En este texto, Marx ya expone de forma madura su concepción materialista de la historia, de la lucha de clases, del carácter de clase del Estado y de la revolución proletaria. Ante la tesis proudhoniana de renunciar a la revolución y suponer que bastaba con la restitución de la pequeña propiedad a artesanos y campesinos para la emancipación de los pobres, Marx expone que la única vía real para la emancipación de la clase trabajadora es la conquista del poder político por el proletariado y que esta acción solo es posible mediante una revolución total:

En el transcurso de su desarrollo, la clase obrera sustituirá la antigua sociedad civil por una asociación que excluya a las clases y su antagonismo; y no existirá ya un poder político propiamente dicho, pues el poder político es precisamente la expresión oficial del antagonismo de clase dentro de la sociedad civil. Mientras tanto, el antagonismo entre el proletariado y la burguesía es la lucha de una clase contra otra clase, lucha que, llevada a su más alta expresión, implica una revolución total…Sólo en un orden de cosas en el que ya no existan clases y antagonismo de clases, las evoluciones sociales dejaran de ser revoluciones políticas. Hasta que ese momento llegue, en vísperas de toda reorganización general de la sociedad, la última palabra de la ciencia social será siempre: “Luchar o morir; la lucha sangrienta o la nada. Es el dilema inexorable”. Jorge Sand (Marx, 1987, pág. 121)

El triunfo del socialismo científico contra el socialismo utópico de Proudhon, Cabet y Weitling, se ratificara un año más tarde con formación de la Liga Comunista y la adopción del Manifiesto Comunista como el programa del movimiento obrero revolucionario.

La liga de los comunistas y el Manifiesto.

Como lo apunta David Riazanov, a diferencia de lo que se piensa, Marx sentó las bases por medio de las Sociedades de Correspondencia para organizar la Liga de los Comunistas, la cual no era una reorganización de la Liga o Federación de los Justos, sino una creación propia de Marx. La Liga de los Comunistas se agrupo en el congreso de junio de 1847 y desde el primer congreso asumen ya la visión marxista de la lucha de clases. En el primer artículo de sus estatutos apunta: La finalidad de la liga es el derrocamiento de la burguesía, la dominación del proletariado, la supresión de la vieja sociedad burguesa, basada en el antagonismo de clase, y la construcción de una nueva sociedad, sin clases y sin propiedad privada (Fernbach, 1979, pág. 36). Es en noviembre de ese mismo año en el congreso de Londres, que se le encomienda a Marx escribir el manifiesto (Riazanov, pág. 61). El manifestó pretendía saldar definitivamente la influencia del socialismo verdadero, de influencia proudhoniana, y diversas formas de socialismo utópico, anteponiendo la nueva concepción científica del desarrollo histórico.

Como se sabe, el manifiesto fue redactado por Marx a finales de 1847 y principios de 1848, teniendo como base el trabajo de Engels, Principios del Comunismo. Pero también el apoyo intelectual de su esposa Jeny,  quien trataba que la redacción del Manifiesto,  hiciera los más claro las críticas de Marx al régimen burgués, así como la idea de que la revolución socialista era correcta, inevitable e inminente.

Debido a la demora, el Comité Central de la Liga Comunista, formado Shapper, Baur y Moll, obreros de diferentes oficios, mandaron un ultimátum para que presentara el trabajo antes del primero de febrero.  Pese a la premura de su redacción y el reducido tamaño, el Manifiesto Comunista es un texto de tremendo y extraordinario contenido teórico y programático. Como se sabe, está divido en cuatro apartados: 1. Burgueses y Proletarios; 2, Proletarios y comunistas; 3; Literatura socialista y comunista; 4. Actitud de los comunistas ante los otros partidos de la oposición.

En su primer apartado el manifiesto expone de forma general el desarrollo del modo de producción capitalista. Resaltando tres tesis: a) que la historia de la humanidad es la historiad de la lucha de clases; b) que la existencia de las clases sólo va unida a determinadas fases históricas de desarrollo de la producción y que este desarrollo enfrenta al proletariado contra la burguesía; c) que la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado. En este sentido, Marx y Engels, apuntan, las armas con las que la burguesía derribó al Feudalismo se vuelve contra ella. Y la burguesía no sólo forja las armas que han de darle la muerte, sino que, además, pone en pie a los hombres llamados a manejarlas: estos hombres son los obreros, los proletarios (C. Marx y F. Engels, 1974, pág. 79).

En el segundo capítulo Marx y Engels, exponen las tesis fundamentales del programa comunista, al señalar: Así entendida, sí pueden los comunistas  resumir su teoría en esa fórmula: abolición de la propiedad privada… Ya dejamos dicho que el primer paso de la revolución obrera sea la conquista del poder por el proletariado, la conquista de la democracia (la democracia es hoy comunismo) (C. Marx y F. Engels, 1974, pág. 94). En el tercer capítulo, exponen una crítica demoledora a todas las formas de socialismo utópico, sintetizando los debates de Marx y Engels contra  el socialismo reaccionario (Sismondi y Hess), el socialismo burgués y conservador (Prodhon) y el socialismo/comunismo crítico utópico (Saint-Simon, Fourier, Owen y Cabet).

Finalmente, el Manifiesto termina señalando que:

Los comunistas aunque luchan siempre por alcanzar los objetivos inmediatos y defender los intereses cotidianos de la clase obrera, representan a la par, dentro del movimiento actual, su porvenir… Los comunistas… abiertamente declaran que sus objetivos sólo pueden alcanzarse derrocando por la violencia todo el orden social existente. Tiemblen, si quieren, las clases gobernantes, ante la perspectiva de una revolución comunista. Los proletarios, con ella, no tienen nada que perder, como no sea sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo entero que ganar. ¡Proletarios de todos los países, uníos! (C. Marx y F. Engels, 1974, pág. 108).

La redacción del Manifiesto Comunista, representa un extraordinario avance en la táctica y programa de lucha del movimiento obrero, además representa la superioridad del pensamiento de Marx, al exponerse como única guía que siente las bases de la emancipación de la clase obrera.

La revolución de 1848-1850

Con el estallido de la Revolución Democrática de marzo 1848 que se extendió por gran parte de Europa, conocida como la Primavera de los Pueblos y cuya esencia era la lucha contra la monarquía y la instauración de la república, Marx y Engels se trasladan a Colonia, ciudad de Renania, para realizar su labor de agitación entre las grandes masas de obreros industriales de la región. Ahí, Marx y Engels, fundan la Nueva Gaceta Renana: órgano de la democracia. En ella Marx publico textos como el de Trabajo asalariado y capital, en el cual Marx, explica, desde los fundamentos de la economía política,  el carácter irreconciliable entre el proletariado y la burguesía. Ante la derrota del movimiento obrero en Paris, Hungría, Berlín y la claudicación de la burguesía en las aspiraciones republicanas ante las fuerzas reaccionarias, Marx denuncia la traición de la burguesía.

En 1850, lo dirigentes obreros más destacado Marx, Engels, Shapper, Wolf, se exilian en Londres. Ahí, La liga Comunista se reagrupa, y por medio de la pluma de Marx publican una serie de circulares. Uno de ellos, es el Mensaje del comité central a la Liga de los Comunistas, fechado en marzo de 1950. Ahí, se ratifica que la única clase verdaderamente revolucionaria en el proletariado, la necesidad de un partido obrero que garantice la independencia de clase ante los partidos liberales burgueses y pequeño burgueses, el carácter contrarrevolucionario de la burguesía y la necesidad histórica del proletariado de hacerse del poder político por medio de una revolución permanente, además de la actitud de los comunistas ante la democracia pequeño burguesa y el reformismo. En este sentido Marx, apunta:

Mientras la democrática pequeña burguesía desearía que la revolución terminase tan pronto ha visto sus aspiraciones más o menos satisfechas, nuestro interés y nuestro deber es hacer la revolución permanente, mantenerla en marcha hasta que todas las clases poseedoras y dominantes sean desprovistas de su poder, hasta que la maquinaria gubernamental sea ocupada por el proletariado y la organización de la clase trabajadora de todos los países esté tan adelantada que toda rivalidad y competencia entre ella misma haya cesado y hasta que las más importantes fuerzas de producción estén en las manos del proletariado…Para nosotros no es cuestión reformar la propiedad privada, sino abolirla; paliar los antagonismos de clase, sino abolir las clases; mejorar la sociedad existente, sino establecer una nueva. (Marx, Mensaje del comite central a la liga de los comunistas, 1977)

De la experiencia revolucionaria Marx escribiría dos textos La lucha de clases en Francia de (1848 a 1850), y El 18 Brumario de Luis Bonaparte (1851-1852), la cual es considerada por David Riazanov como “su obra histórica más genial”. Sobre el primer libro, Engels señala que Marx concluye que fue la crisis comercial de 1837 la causante de la revolución de 1848, y que el triunfo de la contrarrevolución se debe al auge industrial de 1849-1850, por ello, concluye que una nueva revolución sólo es posible como consecuencia de una nueva crisis (Engels, 1977, pág. 106). Además, Engels agrega, que Marx demuestra que por primera vez en la historia los partidos obreros condensan su demanda de una transformación económica: la apropiación de los medios de producción por la sociedad, con lo cual el proletariado finalmente contaba con un programa de lucha propio. Por su parte, el 18 Brumario de Luis Bonaparte[1], expone cómo el golpe de Estado del 2 de diciembre de 1851 en París, dado por Luis Bonaparte, fue propiciado por la lucha de clases y las condiciones materiales que cada una de ellas defendía. Además, Marx expone como fue que los distintos partidos de la burguesía, hasta las fracciones más democráticas traicionaron al proletariado, y prepararon el terreno para que el gris Luis Bonaparte, asumiera el poder.

El gran mérito de estos textos, es que Marx aplica el método histórico materialista para explicar el ascenso tanto de la revolución de 1848, la lucha entre clases y fracciones de las clases y el ascenso de Luis Bonaparte al poder de Francia a partir de estas luchas. Sobre esto Engels señala:

Pero a esto vino a añadirse otra circunstancia. Fue precisamente Marx el primero que descubrió la gran ley que rige la marcha de la historia, la ley según la cual todas las luchas históricas, ya se desarrollen en el terreno político, en el religioso, en el filosófico o en otro terreno ideológico cualquiera, no son, en realidad, más que la expresión más o menos clara de luchas entre clases sociales, y que la existencia, y por tanto también los choques de estas clases, están condicionados, a su vez, por el grado de desarrollo de su situación económica, por el carácter y el modo de su producción y de su cambio, condicionado por ésta (Engels F. , 1977).

Este es otro de los grandes aportes de Marx, el cual explica materialistamente las revoluciones, como expresión de las contradicciones de clase, alejándose de las visiones cesarista de los teóricos burgués, y también, del aventurerismo conspirativo insurreccionalista de los socialistas utópicos, como el de Weitling.

Con la derrota de las masas obreras en Europa, la creciente prosperidad capitalista y el ascenso de Luis Bonaparte, se cerraría una etapa en la historia del movimiento obrero. La desorganización de la Liga Comunista, debido al cese de la relación con Alemania y la inmigración de algunos de sus miembros a América,  obligó a sus militantes a disolverla a finales de 1852.

Profundización de los estudios de la economía política y los borradores del capital

A partir de 1951, el movimiento obrero entra en un reflujo casi generalizado. Marx, que ahora residía en Londres, se vio obligado a retomar sus actividades de periodista, con lo cual consiguió trabajo en el New York Tribune. Además de los artículos sobre la lucha contra el esclavismo en Estados Unidos, Marx y Engels, realizaron análisis sobre la dominación británica en la India y China, dentro de ellos destacan: La dominación británica en la india,  Futuros Resultados de la dominación británica en la india, La nueva campaña inglesa en China, La nueva guerra China, entre otros. Sin embargo, el trabajo al que Marx le dedico la mayor parte de su esfuerzo en este periodo, que abarca de 1851 a 1864, fue a los estudios de economía política.

Con la profundización de los estudios de economía política y pese a las grandes adversidades económicas que sólo fue posible superar con el apoyo incondicional de Federico Engels, Marx descubrirá, lo que para V.I. Lenin es la piedra angular de su teoría: la plusvalía. Al respecto de la forma plusvalía, el dirigente bolchevique señala lo siguiente:

La plusvalía no puede brotar de la circulación de mercancías, pues ésta sólo conoce el intercambio de equivalentes; tampoco puede provenir de un alza de los precios, pues las pérdidas y las ganancias recíprocas de vendedores y compradores se equilibrarían; se trata de un fenómeno masivo, medio, social, y no de un fenómeno individual. Para obtener plusvalía “el poseedor del dinero necesita encontrar en el mercado una mercancía cuyo valor de uso posea la cualidad peculiar de ser fuente de valor”, una mercancía cuyo proceso de consumo sea, al mismo tiempo, proceso de creación de valor. Y esta mercancía existe: es la fuerza de trabajo del hombre. Su consumo es trabajo y el trabajo crea valor. El poseedor del dinero compra la fuerza de trabajo por su valor, valor que es determinado, como el de cualquier otra mercancía, por el tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción (es decir, por el costo del mantenimiento del obrero y su familia). Una vez que ha comprado la fuerza de trabajo el poseedor del dinero tiene derecho a consumirla, es decir, a obligarla a trabajar durante un día entero, por ejemplo, durante doce horas. En realidad el obrero crea en seis horas (tiempo de trabajo “necesario”) un producto con el que cubre los gastos de su mantenimiento; durante las seis horas restantes (tiempo de trabajo “suplementario”) crea un “plusproducto” no retribuido por el capitalista, que es la plusvalía (Lenin).

El descubrimiento de la plusvalía, vino a iluminar completamente al movimiento obrero. Pero la elaboración de la revolucionaria obra de Marx, no se logró de repente, para ello, Marx elaboró innumerables manuscritos y borradores que formarían sus obras posteriores. De esta forma, redacto lo que se considera el primer borrador del El Capital, Los Elementos fundamentales para la Critica de la Economía Política (Grudrisse) 1857-1858, La Introducción  General a la Critica de la Economía Política de 1857 y la Contribución a la Crítica de la Economía Política de (1859).  En estas obras Marx desarrolla su teoría del valor, el dinero y la plusvalía.

Pero el esfuerzo intelectual de Marx fue extraordinario, en los primeros años de la década de 1860,  redactó lo que se conoce como los Manuscritos Tecnológicos de Marx  (1861-1863),  las conferencias sobre Salario, precio, ganancia (1865) y una versión de las conclusiones de sus estudios de económica política. El Capítulo Sexto (inédito) Resultado inmediatos del proceso de producción de capital) (1863-1866). Del  cual el marxólogo Pedro Scarón escribe:

La importancia de este manuscrito reside, pues, en mostrar que el modo de producción capitalista no es sólo producción de mercancías sino fundamentalmente producción de plusvalía, y por tanto de capital, (implica mostrar que) es imposible que dicho sistema se modifique, o se “reforme”. Que está condenado a “producir y reproducir toda la relación a escala ampliada”, es decir al conjunto de las relaciones históricas y sociales de una sociedad que condena a los hombres a la creación de bienes que les son cada vez más ajenos. Esta sociedad debe ser abatida por las fuerzas que engendran sus contradicciones internas. Marx, demuestra cómo surgen dentro del propio capitalismo esas fuerzas sociales destinadas a sepultarlo…. (con ello) El capital y el Manifiesto Comunista aparecen ahora absolutamente saldados  (C. Marx, EL libro VI inedito 1979) .

 

Los trabajos de economía política 1851-1866, serán en gran medida los insumos para la elaboración de su obra cumbre; El Capital. Pero antes de la publicación de esta extraordinaria obra, Marx será una pieza fundamental en el nuevo asenso del movimiento obrero.

 

La Asociación Internación de Trabajadores 

Derivado de la crisis económica de 1857-1858 que golpeó a varios países europeos, se desató nuevamente el movimiento obrero. La crisis afectó a los trabajadores londinenses de la construcción, del vestido y calzado, cuando los patrones cargaron sobre sus hombros sus pérdidas por medio de incrementar las jornadas, reducir los salarios e incrementar la desocupación. Como respuesta los trabajadores llamaron a una huelga general y conformaron el Primer Comité de la Uniones Gremiales (trade-uniones), encabezados por los obreros Odger, Cremer y Howell. A la unión de Londres le siguieron esfuerzos similares por toda Inglaterra y Escocia.  (Riazanov, pág. 114).

En Francia, la crisis golpeó a la industria textil y de la construcción, al igual que en Inglaterra surgieron asociaciones, pero estas influenciadas por pensadores socialistas, entre ellos se encontraban los proudhonistas y blanquistas. Por ese entonces, Proudhon, había moderado aún más su posición, renunciaba a la huelgas y a la lucha política frontal, adaptando su teoría al del movimiento obrero legal, por medio de la construcción de Sociedades de Ayuda Mutua. Por su parte, los blanquistas eran los enemigos más acérrimos del imperio napoleónico, entre ellos aparecían Pablo Lafargue y Carlos Loguet, mas tardes yernos de Marx. (Riazanov, págs. 115-116).

En Alemania, el movimiento obrero tomó un auge importante en el contexto de la crisis, pero no fue en si su gestación. La lucha contra el despotismo prusiano mantenía vivas fuerzas democráticas y liberales. Por su parte, el movimiento obrero estaba fuertemente influenciado por las ideas de Ferdinand Lassalle (1825-1864), quien el 23 de mayo había fundado la Asociación General de Obreros de Alemania, que años posteriores junto al Partido Socialista Obrero Alemán, fundarían el legendario Partido Socialdemócrata Alemán. Lassalle, vinculado a los demócratas radicales, propugnaba por un partido independiente de la clase obrera, pero estaba convencido de que mediante el sufragio universal los trabajadores podría llegar al poder. Además, postulaba que era posible sacar de la miseria a la clase trabajadora y apropiarse gradualmente de los medio de producción mediante conformación de asociaciones de producción subvencionadas por el Estado, ya que decía que debido a la Ley de Bronce, era imposible elevar los salarios por sobre un mínimo determinado. Esta tesis, derivaba en la negativa total de la lucha huelguística y el rechazo a los sindicatos.

De esta, el movimiento de los trabajadores estaba en ascenso en los principales países de Europa. Cobraría más fuerza debido a las repercusiones que trajo el estallido de la Guerra Civil estadounidense, Guerra de Secesión (1861-1865) entre la Unión (Norte) y los Confederados (Sur). La guerra interrumpió la importación de algodón de Europa, parando toda la industria textil y con ello, atizando la miseria y con ello el descontento obrero.

Ante este escenario y a iniciativa de las Uniones Gremiales de Inglaterra, los trabajadores de toda Europa se convocaron en Londres a una gran asamblea el 28 de septiembre de 1864 para formar la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), a la cual Marx asistió como invitado y responsable de exponer el Manifiesto Inaugural de la AIT. En el Marx expone las causas y consecuencias de la derrota de la Revolución de 1848, pero también el avance del movimiento obrero sobre todo la conquista de la jornada laboral de diez horas y, sin exagerar, el papel de las organizaciones de cooperativas independientes, que aunque considera aportan como ejemplo práctico para demostrar que la clase obrera no requiere de los patrones, no son la vías más revolucionarias para la lucha por la emancipación de la clase obrera. Marx ratifica la lucha por la conquista del poder político  como tarea principal del proletariado:

Al mismo tiempo, la experiencia del período comprendido entre 1848 y 1864 ha probado hasta la evidencia que, por excelente que sea en principio, por útil que se muestre en la práctica, el trabajo cooperativo, limitado estrechamente a los esfuerzos accidentales y particulares de los obreros, no podrá detener jamás el crecimiento en progresión geométrica del monopolio, ni emancipar a las masas, ni aliviar siquiera un poco la carga de sus miserias. Este es, quizá, el verdadero motivo que ha decidido a algunos aristócratas bien intencionados, a filantrópicos charlatanes burgueses y hasta a economistas agudos, a colmar de repente de elogios nauseabundos al sistema cooperativo… Para emancipar a las masas trabajadoras, la cooperación debe alcanzar un desarrollo nacional y, por consecuencia, ser fomentada por medios nacionales. Pero los señores de la tierra y los señores del capital se valdrán siempre de sus privilegios políticos para defender y perpetuar sus monopolios económicos. La conquista del poder político ha venido a ser, por lo tanto, el gran deber de la clase obrera. Así parece haberlo comprendido ésta, pues en Inglaterra, en Alemania, en Italia y en Francia, se han visto renacer simultáneamente estas aspiraciones y se han hecho esfuerzos simultáneos para reorganizar políticamente el partido de los obreros (Marx, Mensaje Inagural de la Asociacion Internacional de Trabajadores , 1977, pág. 365).

Sin embargo, la AIT no contaba con programas o documentos base que expresaran sus aspiraciones. Fue hasta la reunión de 1 de noviembre de ese mismo año, que la propuesta programática de Marx fue aprobada casi sin modificaciones, en ella aparece íntegramente la concepción científica de la revolución, la cual expone, el carácter irreconciliable del proletariado y la burguesía, el origen de la explotación del proletariado, la necesidad de que el proletariado se convierta en Partido para ratificar la independencia de clase, la lucha por el poder político para lograr la emancipación económica. Al respecto, resulta extraordinariamente ilustrativo los primeros tres considerandos y el  artículo 7 del Estatuto:

que la emancipación de la clase obrera debe ser obra de los obreros mismos; que la lucha por la emancipación de la clase obrera no es una lucha por privilegios y monopolios de clase, sino por el establecimiento  de derechos y deberes iguales y por la abolición de todo privilegio de clase; que el sometimiento económico del trabajador a los monopolizadores de los medios de trabajo, es decir de las fuentes de vida, es la base de la servidumbre en todas sus formas, de toda miseria social, degradación intelectual y dependencia política; que la emancipación económica de la clase obrera es, por lo tanto, el gran fin al que todo movimiento político debe ser subordinado como medio

Artículo 7. En su lucha contra el poder unido de las clases poseedoras, el proletariado no puede actuar como clase mas que constituyéndose él mismo en partido político distinto y opuesto a todos los antiguos partidos políticos creados por las clases poseedoras.  Esta constitución del proletariado en partido político es indispensable para asegurar el triunfo de la Revolución social y de su fin supremo: la abolición de clases.  La coalición de las fuerzas de la clase obrera, lograda ya por la lucha económica debe servirle asimismo de palanca en su lucha contra el poder político de sus explotadores.  Puesto que los señores de la tierra y del capital se sirven siempre de sus privilegios políticos para defender y perpetuar sus monopolios económicos y para sojuzgar al trabajo, la conquista del poder político se ha convertido en el gran deber del proletariado (Marx, Estatutos General de las Asociaciones Internacinoales de los Trabajadores , 1977).

Sin embargo, el que los estatutos plasmaran las concepciones marxistas, no erradico las múltiples interpretaciones de documento y las contradicciones subsiguientes entre los grupos que conformaban la AIT.  Como lo documenta David Riazanov, fue la segunda consideración del estatuto, la que más polémica genero entre los marxistas y los anarquistas influenciados por Bakunin. La afirmación que señala: que la emancipación económica de la clase obrera es, por lo tanto, el gran fin al que todo movimiento político debe ser subordinado como medio (Riazanov, pág. 134). Fue interpretada por lo anarquistas, sobre poniendo ante todo la lucha “económica” por medio de cooperativas autogestivas.

En el fondo el debate entre marxistas y bakunistas es que los primeros proponían la formación de una internacional de partidos obreros fuertemente centralizados, con un programa de mínimos basado en la lucha por conquistar el poder, mientras los segundos postulaban un modelo basado en la organización asociativa-cooperativa (federalismo social) que pregona el poder de decisión por medio del consenso.

Las divergencias continuaron. En el segundo congreso de la AIT, celebrado en septiembre de 1866, se incorporaron los proudhonistas, luchaban porque la internacional adoptara todo el programa expuesto por Proudhon: se oponían al trabajo femenino argumentando que su lugar natural era el hogar, rechazaban la limitación de la jornada laboral, las huelgas y los sindicatos y defendían las mutualidades (Riazanov, pág. 145). Sin embargo todas las resoluciones al respecto fueron rechazadas en función de los informes redactados por Marx.

Las disputas seguían, en el congreso de 1868, Bakunin solicitó el ingreso de su organización, la Alianza Internacional de la Democracia Social a la AIT, sin embargo lo solicitaba bajo la condición de que se les considerara una asociación especial, con su estatutos y programa propios. Al respecto Marx  que gozaba de gran influencia en el Consejo General de la AIT, dio un No rotundo (Riazanov, pág. 153). Y aunque Bakunin insistió en ingresar a la AIT por medio de disolver la Alianza, la diferencia con el marxismo al respecto de la necesaria conquista del poder por el proletariado y del considerar al proletariado como vanguardia, eran irresolubles.

La persistencia de Bakunin le permitió ingresar a la organización -cosa que logro de forma individual pero sin disolver su ahora Secreta Alianza pese a que fue condición de admisión- lo cual agudizaron las contradicciones entre los marxistas y bakunistas al seno de la AIT. Los bakunistas intentaban ganar la Internacional para su propio fin, además la terquedad de insistir en que era el lumpemproletario  el sujeto de la revolución por excelencia, hacían que cada congreso de la Internacional fuera una batalla campal. De esta forma Bakunin, declaró la guerra al Consejo General en la conferencia de Londres de 1872,  acusándolo de haber impuesto el dogma de organizar al proletariado en partido especial para la conquista del poder político, con cual pidió realizar un congreso que resolviera sus reclamos. El congreso se realizó en septiembre de ese mismo año en La Haya, al cual asistió Marx pero del cual Bakunin se ausentó. El congreso ratificó las tesis marxistas expuestas años atrás en el Discurso Inaugural y los Estatutos. Además, examinaron la situación de Alianza secreta de Bakunin y al concluir que exista al interior de la Internacional como sociedad secreta no autorizada, la comisión especial expuso a Bakunin (Riazanov, pág. 165).

Debido a la derrota sufrida por el proletariado en la Comuna de Paris en 1971, de la cual Marx escribiría La Guerra Civil en Francia, y la ilegalización de sus miembros en Alemania e Inglaterra, en ese mismo congreso se decidió trasladar el Consejo General a Nueva York. Sin embargo, el congreso de La Haya fue el último, en 1876 el Consejo General anuncio que Internacional habia  dejado de existir.

La publicación de El Capital: la Critica de la Economía Política

Como lo hemos señalado, la redacción de El Capital, tuvo un largo proceso, que se puede ubicar de 1851 hasta  su publicación en 1867, pero sus raíces más ondas pueden ubicarse en las primeras obras de Marx en la década de 1840. El punto de partida bien podríamos situarlo con el proyecto de redacción de la Crítica de la política y la economía política, la Introducción y Crítica de la filosofía del derecho de Hegel, los Manuscritos económicos filosóficos de 1844, pasando por la Miseria de la filosofía y el Manifiesto Comunista hasta llegar a la publicación de la Contribución a la Critica de la Economía Política (1859) y los textos señalados arriba.

Como se sabe, existieron múltiples planes para su estructuración lógica-dialéctica. Por ejemplo, destaca el  Plan de 1857 el cual pretendía organizar la obra el seis libros: 1. El capital; 2. La propiedad de la tierra; El salario; 4. Estado; 5. Comercio exterior; 6. Mercado mundial.

Finalmente, el plan de redacción fue el 1865, en cual se organizó  El Capital en cuatro libros: Libro I. El proceso de producción; Libro 2. El proceso de circulación; Libro 3. El proceso de producción y circulación en conjunto, y; Libro 4. Historia de la Teoría de la Plusvalía. Marx nunca pudo ser el responsable directo de la edición de su obra como un todo artístico, aunque tenía los materiales preparatorios, sólo logro publicar el primer libro. Fue Federico Engels quien edita y publica el Libro 2 en 1885 y el Libro 3 en 1895. El Libro 4, seria publicado por primera vez por el socialdemócrata alemana por Karl Kautsky, albacea literario de Marx y Engels, pero con grandes tergiversaciones.

El carácter proletario de El Capital, lo hace ser no sólo uno de los libros más estudiados por el movimiento revolucionario internacional, sino también uno de los más vilipendiados por la burguesía internacional, por su contenido radical. El Capital, tiene como hilo conductor buscar en la economía la clave de la revolución proletaria, de la dictadura del proletariado y el papel que en ella corresponde a la clase trabajadora, y con ello superar la prehistoria de la humanidad, es decir,  llegar al comunismo.

En el Capital, Calos Marx sintetiza más de dos décadas de esfuerzos físicos, intelectuales y espirituales de lucha por la emancipación de la clase obrera y la humanidad. Pero también representa un punto de llegada fundamental en el análisis de las cadenas que oprimen a dicha humanidad. En este sentido, la economía política es donde desembocan las cientos de páginas de reflexiones filosóficas y políticas, que van desde la preocupación por los robos de leña, la libertad de imprenta, la situación de los campesinos de Mosela, el carácter despótico del Estado prusiano, el sufrimiento de la clase obrera, hasta las revoluciones políticas y sociales y la tareas del proletariado revolucionario.  Es en El Capital, donde Marx descubre el origen material de la explotación y sufrimiento del proletariado, y aunque esto ya está presente  en el Prólogo a la Contribución de 1859, cuando Marx señala:

Mi investigación me llevó a la conclusión de que, tanto las relaciones jurídicas como las formas de Estado no pueden comprenderse por sí mismas ni por la llamada evolución general del espíritu humano, sino que, por el contrario, radican en las condiciones materiales de vida cuyo conjunto resume Hegel siguiendo el precedente de los ingleses y franceses del siglo XVIII, bajo el nombre de “sociedad civil”, y que la anatomía de la sociedad civil hay que buscarla en la economía política.

Es hasta la redacción del capital que se tiene una plena comprensión de las condiciones materiales de vida que expolian a las y los trabajadores. No es casual que Marx señalara en el Prólogo a la primera edición de El Capital que el objetivo era investigar el modo de producción capitalista y las relaciones de producción e intercambio a él correspondientes… se trata de estas leyes mismas, de esas tendencias que operan y se imponen con férrea necesidad…-y el objetivo último de esta obra es, en definitiva, sacar a la luz la ley económica que rige el movimiento de la sociedad moderna-. 

Es con el descubrimiento del fetichismo de la mercancía, la transformación del dinero en capital, de la plusvalía, el carácter de la forma salario y el proceso de acumulación de capital, que el proletariado logró comprender las condiciones objetivas, ley económica de su explotación y su liberación.

Por ello, no sobra decir que El Capital solo se explica tomando como referencia la intencionalidad política que inspiró su apasionada redacción, síntesis de las convicciones revolucionarias de Marx, como militante del movimiento obrero socialista internacional. No es casual que el fundador del materialismo histórico, considerará en una carta dirigida a Ph. Becker, escrita el 7 abril de 1867, que el libro primero era el más peligroso misil lanzado a la cabeza de la burguesía.

La importancia de El Capital es tal, que en el congreso de la Asociación Internacional de Trabajadores realizado en Bruselas en 1868, se adoptó la resolución de recomendar a los obreros de todos los países  el estudio de El Capital. Esta resolución destacaba el mérito inmenso de Marx: es el primer economista que haya sometido al capital a un análisis minucioso y reducido a elementos más fundamentales (Riazanov, pág. 150).   

Los últimos años

Con 55 años, Marx abandono la vida pública en 1873, año de la publicación de la segunda edición del Tomo I de El Capital. En esa década se dedicó por entero a la redacción de su obra, salvo los prólogos del manifiesto comunista a la primera edición alemana de 1872 y a primera educación rusa de 1882, Marx consagró toda su energía a su obra cumbre.

Su salud estaba quebrantada, al grado de haber sido diagnosticado un ataque de apoplejía, lo cual le impidió trabajar a los ritmos de décadas pasadas. La deteriorada salud de Marx, fue en gran medida causada por la miseria de años que de no haber sido apoyado por Engels, hubiera sido imposible sobrevivir.

Tras el retiro, fue Engels quien se encargó en gran medida de difundir y defender el punto de vista del socialismo científico ante el movimiento obrero. Sin embargo, pese a la delicada situación de salud Marx, seguía entablando intercambios epistolares con revolucionarios de toda Europa. Destaca  particularmente la correspondencia con la Vera Zasulich fechada en 1881, por en esa década, Marx adquirió una gran fascinación por el movimiento obrero ruso y los temas relacionados a la renta de la tierra. Los análisis de la tierra serían los últimos insumos como parte de los materiales preparatorios del libro III de El Capital.

El 2 de diciembre de 1881 murió Jeny, su esposa, y el 14 de marzo de 1883, Marx se quedó dormido en su sillón para ya no despertar. Fue enterrado en el cementerio londinense de Highgate.

La vida de Carlos Marx, como lo señalamos, fue una que cambio el curso de la historia, la construcción de la concepción materialista de la historia y el descubrimiento de las bases científicas del socialismo, han sido las armas más poderosas con las que cuenta el proletariado para enfrente de forma eficaz a los viejos y nuevos leviatanes, es por ello que podemos decir que Marx cumplió su cometido, como ser humano, pero sobre todos como revolucionario.

[1] El 18 brumario hace referencia al golpe de estado de Napoleón Bonaparte, tio de Luis, el 18 de brumario del Año VIII en Francia,  fecha del calendario republicano francés que correspondiente al 9 de noviembre de 1799.