La expresión de la crisis en México

 

Comité de base “José Carlos Mariategui”

 

      En el caso de México, como lo muestra la gráfica 1, el crecimiento del PIB nacional a tasas que apenas superan el 2 por ciento, habla de una economía que no se puede recuperar del impacto negativo provocado por la crisis económica del 2007.

 

 

 

 

 

Elaboración propia con datos del INEGI

 

La baja expectativa de crecimiento de la economía en el país y la poca certeza de que las inversiones en la economía mexicana sean rentables, ha provocado un estancamiento en la llegada de Inversión Extranjera Directa (IED), ya que en los últimos años se han mantenido por debajo de los niveles alcanzados en el 2007. Con excepción del 2013, cuando las inversiones fueron altas derivado de la adquisición de la cervecera Grupo Modelo por la empresa belga Anheuser-Busch InBev, por un precio de 13.249 millones de dólares, las inversiones extranjeras directas no han podido superar el tope de los 30 mil millones de dólares (Gráfica 2).

 

La localización de IED en el país se ha estancado pese a la reforma energética aprobada en el 2014 y la reforma laboral, lo que demuestra que aún la economía mexicana no es lo suficientemente atractiva para el capital internacional.

 

 

 

Elaboración propia con datos del Informe Sobre las Inversiones en el Mundo, Panorama General 2013-2014. Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD)

 

Para el año de 2015 se toman los datos de la Secretaría de Economía.

 

Para el año de 2016 solo contempla el primer semestre. 

 

 

 

Sumado al estancamiento de las IED, las inversiones dirigidas al sector financiero nacional, cuyos fondos compran valores-bonos emitidos por el gobierno federal, retiraron entre enero y noviembre de 2016 recursos equivalentes a 132 mil 469 millones de pesos, esto representa de acuerdo con datos del Banco de México (B de M) el 6 por ciento del total  (Amador, 2016 ). La salida de estas inversiones, caracterizadas como capitales golondrinos por su volátil movilidad y carácter especulativo, han presionado al Banco de México a subir las tasas de interés de 3.0 a 5.75 por ciento.  Con el incremento, teóricamente, el gobierno pretende detener la salida de capitales, detener la devaluación del peso y mantener contralada la inflación.

 

Sin embargo, pese a los incrementos de las tasas de interés los capitales siguen saliendo del país. Más aún, si la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) mantiene una política alcista en sus tasas de interés como un mecanismo para amortiguar su propia crisis, México no podrá mantener el paso, lo que llevará a incrementar la rentabilidad de sus bonos y con ello el riesgo de su adquisición, las calificadoras como Moodys y Fitch, posiblemente depreciarán la calificación de la deuda, generando más incertidumbre para los inversionistas y más salidas de capital.

 

Más aún, los incrementos de la tasas de interés han impactado negativamente en el monto de la deuda pública, que actualmente equivale a más del 50 por ciento del PIB. Los intereses pagados a los capitales que invierten en bonos y deuda nacional ahora equivalen al 18% del PIB, este monto representa más de lo que el gobierno federal gasta en conjunto en solventar los rubros de salud y educación.

 

DEUDA PÚBLICA  EN MÉXICO

AÑO

% PIB

2015

54,03%

2014

49,50%

2013

46,35%

2012

43,17%

 

 

 

Los administradores del capitalismo en México intentan a toda costa garantizar mayores rendimientos al capital financiero para mantener la “estabilidad económica” a costa del gasto y bienestar social, lo anterior supone que la crisis la pagan y pagarán los trabajadores. En esta lógica se encuentra el incremento del costo de la gasolina por medio del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) que se cobra a las gasolinas Magna, Premium y al diésel, con el cual se estima que el gobierno generará una recaudación de más de 73 mil millones de pesos en 2017.

 

Sin embargo, la “estabilidad” comprada –momentánea- a un precio muy alto, solo retarda la inevitable tormenta que está por venir. Las altas tasas de interés desincentivan la inversión productiva, desaceleran la economía, incrementan la desocupación y la deuda pública, lo que impactará negativamente en la relación peso-dólar, además profundizará el círculo vicioso en que está metido el capital: falta de empleo, inflación, poco crecimiento.

 

Más aún, si al escenario le sumamos la nueva política económica de Estados Unidos promovida por Donald Trump, cuya propuesta envuelve la posibilidad de desmontar y reestructurar ciertas lógicas de la acumulación capitalista, hasta ahora dominantes, que le aceitaban el funcionamiento del Capitalismo Monopolista Transnacional, la modificación de los flujos y magnitudes de mercancías manufactureras de México a Estados Unidos profundizará la crisis económica.

 

Es por ello que se estima un bajo crecimiento de la economía mexicana. El periódico el Financiero evaluó que el crecimiento de la economía para el 2017, que pasará de 2.26 por ciento a un bajísimo 1.72 por ciento (Financiero, 2016). Por su parte, uno de los principales bancos norteamericanos, Citibank, redujo el pronóstico de crecimiento de la economía mexicana de 2.3 a 1.8 (Negocios). El banco de inversión BlackRock indicó que el crecimiento podría bajar a menos de dos por ciento. La calificadora Moody’s recortó la perspectiva de 2.5 a 1.9. El banco comercial HSBC pasó la estimación de crecimiento de la economía nacional del 2.3 por ciento a 1.7 (Financiero).

 

El impacto económico ocasionado por la crisis económica y el intento de reestructuración del capitalismo norteamericano, podrían conducir a una reconfiguración del bloque dominante en nuestro país, y con ello a una modificación de la política económica, inclusive a una modificación de la forma del Estado Burgués mexicano. Continuaremos en la próxima entrega.